Reflexiones Bíblicas
San Marcos 16,15-18

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: "Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos."

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Celebramos hoy la conversión de Pablo, el gran apóstol de los gentiles convertido al cristianismo por una intervención maravillosa del Resucitado. Formado "en la escuela de Gamaliel" (Hch 22, 3), seguramente candidato a rabino y, por lo tanto, conocedor profundo de la Ley y los profetas. "Hebreo, fariseo y fanático" (Flp 3,5-6), cree servir a Dios de acuerdo a sus principios aprobando el asesinato de Esteban, y luego pide apoyo para perseguir ampliamente a los cristianos (Hch 7,58 - 8,3;9,1-2). Pero su personalidad recia y sensible a la vez debió estar ya impactada por la decisión con que aquéllos entregaban la vida por Jesús

En camino a Damasco es derribado al suelo junto con sus rígidos esquemas religiosos y sociales, y cegado por una intensa luz que le cae del cielo. Con la ayuda de Ananías recobra luego la vista, recibe el bautismo y es enviado a comunicar lo que ha experimentado acerca de Jesús (Hch 9,3-30). Como comunicador será el más grande entre los grandes.

Tierno y vigoroso al mismo tiempo, se dedica sin descanso a extender el Evangelio a todos los pueblos paganos ajenos al mundo palestino. Predicador por vocación y escritor por necesidad, escribe catorce cartas a las comunidades que fue fundando por toda la cuenca del Mediterráneo. Sus comunidades son fruto de un trabajo constante y dedicado. El lo dice: "¿quién sufre en la Iglesia sin que yo sufra?". Se define entonces como un loco, y se jacta de las penurias incomparables que ha padecido por predicar el Evangelio: ha sido encarcelado una y otra vez, azotado, apaleado, apedreado, traicionado; ha naufragado tres veces; ha pasado fríos, hambre, sed, falta de sueño y de abrigo, todo tipo de peligros (2Co 11,16-33). Al final podrá decir: "he combatido el buen combate, he terminado mi carrera, siempre fiel a la fe. Me está preparada la corona de los santos" (2Tm 4,7-8).