Reflexiones Bíblicas
San Marcos 5,1-20

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a la orilla del lago, en la región de los gerasenos. Apenas desembarcó, le salió al encuentro, desde el cementerio, donde vivía en los sepulcros, un hombre poseído de espíritu inmundo; ni con cadenas podía ya nadie sujetarlo; muchas veces lo habían sujetado con cepos y cadenas, pero él rompía las cadenas y destrozaba los cepos, y nadie tenía fuerza para domarlo. Se pasaba el día y la noche en los sepulcros y en los montes, gritando e hiriéndose con piedras. Viendo de lejos a Jesús, echó a correr, se postró ante él y gritó a voz en cuello: "¿Qué tienes que ver conmigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo? Por Dios te lo pido, no me atormentes." Porque Jesús le estaba diciendo: "Espíritu inmundo, sal de este hombre." Jesús le preguntó: "¿Cómo te llamas?" Él respondió: "Me llamo Legión, porque somos muchos." Y le rogaba con insistencia que no los expulsara de aquella comarca.

Había cerca una gran piara de cerdos hozando en la falda del monte. Los espíritus le rogaron: "Déjanos ir y meternos en los cerdos." Él se lo permitió. Los espíritus inmundos salieron del hombre y se metieron en los cerdos; y la piara, unos dos mil, se abalanzó acantilado abajo al lago y se ahogó en el lago. Los porquerizos echaron a correr y dieron la noticia en el pueblo y en los cortijos. Y la gente fue a ver qué había pasado. Se acercaron a Jesús y vieron al endemoniado que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio. Se quedaron espantados. Los que lo habían visto les contaron lo que había pasado al endemoniado y a los cerdos. Ellos le rogaban que se marchase de su país.

Mientras se embarcaba, el endemoniado le pidió que lo admitiese en su compañía. Pero no se lo permitió, sino que le dijo: "Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo por su misericordia." El hombre se marchó y empezó a proclamar por la Decápolis lo que Jesús había hecho con él; todos se admiraban.



COMENTARIOS

El ambiente hedonista, consumista y relativista en que nos movemos suele aletargarnos frente a los acontecimientos del entorno. Si alguien intenta despertarnos o interpelarnos, tendemos a rechazarle porque nos incomoda. Pero Jesús nos sigue cuestionando e invitando a un cambio rotundo de vida: de mente y corazón. Es necesario “expulsar” los “espíritus diabólicos” y tirarlos al mar para lograr la libertad del espíritu. Es nuestro ministerio enfrentar como Jesús los espíritus malignos que poseen hoy a nuestra sociedad e impiden el surgimiento del reino de Dios.

Llama la atención en este pasaje que el hombre liberado quiera seguir a Jesús pero él no se lo permita. El solía repetir que lo siguieran. Pero esta vez quiere dejar en claro que seguirle no implica ir físicamente al mismo lugar que él. Ordena al hombre seguirlo compartiendo entre los suyos la buena noticia de sentirse liberado y salvado por él. Es la consigna de la evangelización: salir a compartir la experiencia de sentirnos amados y liberados por el Señor. No se le sigue de verdad en forma sólo personal, íntima e individualista.