Reflexiones Bíblicas
San Marcos 7,24-30

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J



En aquel tiempo, Jesús fue a la región de Tiro. Se alojó en una casa, procurando pasar desapercibido, pero no lo consiguió; una mujer que tenía una hija poseída por un espíritu impuro se enteró en seguida, fue a buscarlo y se le echó a los pies. La mujer era griega, una fenicia de Siria, y le rogaba que echase el demonio de su hija. Él le dijo: "Deja que coman primero los hijos. No está bien echarles a los perros el pan de los hijos." Pero ella replicó: "Tienes razón, Señor; pero también los perros, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños." Él le contestó: "Anda, vete, que, por eso que has dicho, el demonio ha salido de tu hija." Al llegar a su casa, se encontró a la niña echada en la cama; el demonio se había marchado.

COMENTARIOS KOINONÍA 2007

Jesús se retira con sus discípulos a la región de Tiro, una tierra habitada por paganos. Aparece por allí esa mujer angustiada, que se acerca al Señor y le implora que sane a su hija. La reacción de Jesús es aparentemente brusca e insultante. Los judíos, que se creían los únicos poseedores de la salvación de Dios, consideraban a los demás pueblos "perros" que sólo tenían derecho a las migajas del pan de salvación. Jesús comienza por asumir en apariencia el criterio de sus compatriotas, para contrastar luego sus propios y verdaderos sentimientos. Y lo hace en mérito a la fe irreductible de esa mujer pagana, que a pesar de aquel fuerte rechazo aparente lo llama humildemente "Señor". Esta actitud conmueve a Jesús, quien libera a la hija de la sirofenicia del mal que le aquejaba.

Nosotros tendemos a ser excluyentes. Nos proclamamos poseedores de la verdad. En las discusiones sólo nosotros tenemos toda la razón, y los demás están equivocados. Los padres insisten en que están en lo cierto, y se cierran a los argumentos de los hijos. Estos, a su vez, consideran a los padres irremediablemente anticuados y obsoletos. Estamos absolutamente convencidos de que nuestro grupo -o comunidad eclesial- es único y verdadero. Los demás son los "separados", "los sectarios", "los errados"...

Sólo una actitud como la de Jesús, abierta y sensible a la palabra y los sentimientos del otro, podrá cambiar nuestra mentalidad cerrada y excluyente, que de partida está profundamente equivocada.