Reflexiones Bíblicas
San Marcos 9,2-13

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J



En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo. Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: "Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías." Estaban asustados, y no sabía lo que decía. Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube: "Éste es mi Hijo amado; escuchadlo." De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.

Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: "No contéis a nadie lo que habéis visto, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos." Esto se les quedó grabado, y discutían qué querría decir aquello de "resucitar de entre los muertos". Le preguntaron: "¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Elías?" Les contestó él: "Elías vendrá primero y lo restablecerá todo. Ahora, ¿por qué está escrito que el Hijo del hombre tiene que padecer mucho y ser despreciado? Os digo que Elías ya ha venido, y han hecho con él lo que han querido, como estaba escrito.

COMENTARIOS

Está dicho: seguir a Jesús pasa por el camino de la cruz. El verdadero discípulo debe ir tras los pasos del Maestro hacia Jerusalén, lugar del suplicio y de la muerte. Sin embargo, los tres anuncios de la Pasión van acompañados de tres anuncios de la Resurrección. Este es el sentido de la Transfiguración. Jesús va en camino hacia la muerte, y en medio de él es reconocido como el Hijo querido de Dios. La luz manifiesta la gloria de Dios. Es la luz que está presente desde la Creación, el Exodo y la liberación del pueblo. Ahora se hace presente en la persona misma de Jesús. Moisés y Elías, grandes figuras del Antiguo Testamento, aparecen como testigos del acontecimiento luminoso. También acompañan a Jesús Pedro, Santiago y Juan. Pedro se siente atrapado por la experiencia de Dios y desea que se prolongue. Pero la nube, la gloria de Dios que se cernía sobre la antigua ruta del Exodo, lo cubre, y se oye la confirmación de la estrecha relación que hay entre Jesús y el Padre. El es el predilecto del Padre a quien los discípulos deben escuchar.