Reflexiones Bíblicas
San Marcos 12,1-12

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J



En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes, a los escribas y a los ancianos: "Un hombre plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje. A su tiempo, envió un criado a los labradores, para percibir su tanto del fruto de la viña. Ellos lo agarraron, lo apalearon y lo despidieron con las manos vacías. Les envió otro criado; a éste lo insultaron y lo descalabraron. Envió a otro y lo mataron; y a otros muchos los apalearon o los mataron. Le quedaba uno, su hijo querido. Y lo envió el último, pensando que a su hijo lo respetarían. Pero los labradores se dijeron: "Éste es el heredero. Venga, lo matamos, y será nuestra la herencia." Y, agarrándolo, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña. ¿Que hará el dueño de la viña? Acabará con los ladrones y arrendará la viña a otros. ¿No habéis leído aquel texto: "La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente"?"

Intentaron echarle mano, porque veían que la parábola iba por ellos; pero temieron a la gente, y, dejándolo allí, se marcharon.

COMENTARIOS

v. 1. Entonces se puso a hablarles en parábolas: "Un hombre plantó una viña, la rodeó de una cerca, cavó un lagar, construyó una torre para el guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de su país"

Sin interrupción, y tomando pie del conocido pasaje de Is 5,1-7, comienza Jesús la parábola. Distingue entre la vi a (símbolo del pueblo elegido, cf. Sal 80,9ss ) y los labradores (los dirigentes), que no son propietarios de la vi a, sino meros arrendatarios (y la arrendó a unos labradores), aunque plenamente responsables de su cultivo (y se marchó de su país).

v. 2-5 «A su tiempo envió a los labradores un siervo, para percibir de ellos su tanto de la cosecha de la viña. Ellos lo agarraron, lo apalearon y lo despidieron de vacío. Entonces les envió otro siervo; a éste lo descalabraron y lo trataron con desprecio. Envió a otro y a éste lo mataron; y a otros muchos, a unos los apalearon, a otros los mataron».

El dueño, figura de Dios, no se desentiende de la viña, espera sus frutos. Pero los labradores se han apoderado de ella y el dueño tiene que enviar siervos, figura de los profetas, a pedir el fruto que espera, la justicia y el derecho (Is 5,7). Los dirigentes/labradores han sido infieles a Dios a lo largo de la historia de Israel (cf. Jr 7,25s: «les envié a mis siervos los profetas un día y otro día, pero no me escucharon»); el amor de Dios no ha cesado nunca, pero ellos maltrataron y mataron a los profetas. Esa infidelidad continúa, el ejemplo de los dirigentes inficiona a todo el pueblo, y se crea una sociedad injusta. Hay un paralelo con la higuera estéril (11,13): la institución que debía producir fruto, no lo ha hecho.

v. 6-8 « Uno le quedaba todavía, un hijo amado, y se lo envió el último, diciéndose: «A mi hijo lo respetarán». Pero los labradores aquellos se dijeron:

«Este es el heredero; venga, lo matamos y será nuestra la herencia». Y, agarrándolo, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña».

Dios no responde con violencia a la violencia de ellos; siempre espera algo del hombre, no lo considera definitivamente endurecido. El último esfuerzo de su amor es el envío final y decisivo del Hijo amado (cf. 1,11; 9,7), el Mesías, que no viene a tomar venganza, sino a ofrecer la última oportunidad de salvación. Ellos muestran su mala fe, porque saben quién es (Este es el heredero), pero se proponen matarlo para excluir toda alternativa, destruir toda esperanza de liberación del pueblo y perpetuar su explotación (y será nuestra la herencia).

El asesinato del Hijo es un intento de eliminar a Dios mismo. Renuncian a ser el pueblo de Dios. Al amor han respondido con odio. No solamente matan al Hijo, sino que lo echan fuera de su sociedad y de su recuerdo (y lo arrojaron fuera de la viña).

v. 9 «¿Qué hará el dueño de la viña? Irá a acabar con esos labradores y dará la viña a otros».

El dueño 1 Dios se opone a la pretensión de ellos de hacerse señores de la viña e intervendrá para salvarla; quiere que continúe y dé fruto. Los dirigentes provocarán la destrucción de Israel como nación y de sus instituciones; el reinado de Dios pasará a los pueblos paganos.

vv. 10-11 «¿No habéis leído siquiera este pasaje?: La piedra que desecharon los constructores se ha convertido en piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho: ¡qué maravilla para los que lo vemos!»

Confirma Jesús lo anterior con la cita del Sal 118,22s, que utiliza la metáfora de la construcción: los dirigentes pretenden construir su edificio / institución prescindiendo de la piedra angular (el Mesías) que Dios había designado. La piedra que desecharon corresponde al «lo arrojaron fuera» de la parábola (8); los constructores, a «los labradores». Pero, al rechazar ellos al Mesías, Dios se formará un nuevo pueblo; la muerte del Hijo no significará el fin de su misión. Del rechazo saldrá una nueva muestra del amor de Dios. Esta es la gran maravilla.

v. 12 Estaban deseando echarle mano, porque se dieron cuenta de que la parábola iba por ellos; pero tuvieron miedo de la multitud y, dejándolo, se marcharon.

Los dirigentes han comprendido el sentido de la parábola y la denuncia que de ellos ha hecho Jesús, pero eso no los hace reflexionar, sino que los incita a usar la violencia. Querrían prender a Jesús, pero no se atreven, porque la multitud está en favor de Él. Actúan en función de su propia seguridad; nunca es el bien del pueblo su criterio de acción.