Reflexiones Bíblicas

San Marcos 3,13-19 

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo, Jesús, mientras subía a la montaña, fue llamando a los que él quiso, y se fueron con él. A doce los hizo sus compañeros, para enviarlos a predicar, con poder para expulsar demonios. Así constituyó el grupo de los Doce: Simón, a quien dio el sobrenombre de Pedro, Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan, a quienes dio el sobrenombre de Boanerges _Los Truenos_, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Celotes y Judas Iscariote, que lo entregó. 


El Antiguo Testamento cuenta la historia de un Dios que busca a su pueblo y un pueblo que se aleja o que se ampara en otros dioses. Dice el profeta Jeremías: "haré con la casa de Israel y con la casa de Judá una alianza nueva... perdonaré sus delitos y no me acordaré ya de sus pecados". Así es Dios: grande y misericordioso, aunque nos empeñemos en hacerlo a nuestra imagen y semejanza. Lo mismo que en el evangelio, lo mismo que contigo y conmigo y con nuestras comunidades. ¡Cuántas veces nos invade el pesimismo y la desesperación, y cuántas el Señor nos sorprende desvelando nuestros miedos... y amándonos! ¡Y cuántas veces lo hace con la presencia y las palabras de quienes nos rodean! Y nos avergonzamos y nos estremece.

Pedro, Santiago, Juan, Andrés... nombres e historias de quienes conocieron a Jesús y lo siguieron... Nombres que como el tuyo y el mío han sido pronunciados por Dios, como si se hubiese arrepentido y creyese que las personas podemos cambiar. Ellos ya desempeñaron su tarea, ahora nos toca a nosotros ser sus "apóstoles para expulsar demonios". Nuestras manos son sus manos, nuestras palabras las suyas. Vino a perdonar, a buscar lo que estaba perdido, porque quería hacer una alianza nueva.

Y una esperanza: dice el profeta Jeremías que "yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo"...