Reflexiones Bíblicas
San Marcos 2, 18-22

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo, los discípulos de Juan y los fariseos estaban de ayuno. Vinieron unos y le preguntaron a Jesús: "Los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan. ¿Por qué los tuyos no?" Jesús les contestó: "¿Es que pueden ayunar los amigos del novio mientras está con ellos? Mientras tienen al novio con ellos, no pueden ayunar. Llegará un día en que se lleven al novio; aquel día sí que ayunarán".

Nadie le echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado, porque la pieza tira del manto -lo nuevo de lo viejo- y deja un roto peor. Nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque revienta los odres, y se pierden el vino y los odres; a vino nuevo, odres nuevos".

COMENTARIOS

Este ayuno penitencial suponía un Dios irritado con los hombres, al que había que aplacar privándose de alimento / vida.

Hay quienes reprochan a Jesús que no imponga esa disciplina ascética a sus discípulos, que no siga las pautas de los círculos religiosos judíos ni se asimile a la tradición.

En consecuencia, la nueva comunidad no se construye sobre una disciplina de normas, sino sobre la libertad en la amistad / adhesión a Jesús (los amigos del novio).

En los versículos finales se propone un principio más general: el hombre nuevo y la nueva comunidad universal no pueden encuadrarse en las estructuras religiosas y en las categorías culturales del judaísmo (manto pasado, odres viejos), por lo que éstas han caducado. El vino nuevo es símbolo del amor (Cant 1,2; 7,10; 8,2). Los dos ejemplos muestran que todo intento de armonizar lo nuevo con lo viejo, el mensaje de Jesús con las instituciones o categorías del pasado, está condenado al fracaso: no conseguiría más que estropear aún más lo antiguo y causar la ruina de lo nuevo.