Reflexiones Bíblicas
San Marcos 3, 1-6:

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo entró Jesús otra vez en la sinagoga y había allí un hombre con parálisis en un brazo. Estaban al acecho, para ver si curaba en sábado y acusarlo. Jesús le dijo al que tenía la parálisis: "Levántate y ponte ahí en medio". Y a ellos les preguntó: "¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?, ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?" Se quedaron callados. Echando en torno una mirada de ira y dolido de su obstinación, le dijo al hombre: "Extiende el brazo". Lo extendió y quedó restablecido.

En cuanto salieron de la sinagoga, los fariseos se pusieron a planear con los herodianos el modo de acabar con él.

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Este episodio escenifica la labor liberadora de Jesús con el pueblo de Galilea, privado de libertad por la opresión religiosa que ejercen los fariseos; éstos, mediante su minuciosa interpretación de la Ley, erigida en valor absoluto, dominan a los fieles de la sinagoga. Someten la vida del hombre a una escrupulosa casuística sobre lo lícito e ilícito; regulan así cada uno de sus actos, impidiéndole toda libertad e iniciativa; el hombre queda anulado, sin actividad (brazo atrofiado; cf. Gn 1,28; 2,5: «dominar la tierra», «trabajar»). El inválido, único presente en la sinagoga aparte de Jesús y los fariseos, es figura del pueblo sometido a la institución y de su condición lastimosa.

Jesús realiza su labor de emancipación del pueblo en medio de la hostilidad de los fariseos. El pretende curar; sus enemigos, denunciarlo. La reincidencia en la violación del precepto sabático, después de una primera advertencia (2,24), estaba penada con la muerte.

Poniéndoles delante la situación del pueblo (en medio), Jesús intenta hacer comprender a los fariseos que su postura legalista es contraria al designio de Dios, pues la Ley ha de interpretarse en función del bien del hombre, único valor absoluto.

La pregunta de Jesús es recibida con un silencio hostil por parte de los fariseos. La reacción de Jesús es doble; siente ira por el daño que hacen al pueblo y, al mismo tiempo, pena por el que se hacen a sí mismos con su ceguera voluntaria; son dos expresiones de su amor al hombre.

Aun consciente del peligro que corre, Jesús no desiste de su labor; arriesga su vida al devolver la capacidad de acción al inválido / pueblo; demuestra así que el bien del hombre es el valor supremo.

Los fariseos previenen contra Jesús a círculos influyentes en la corte de Herodes (los herodianos, cf. 6,21), representante del poder político; tampoco ellos toleran la emancipación del pueblo y, de acuerdo con los fariseos, se proponen eliminar al que la fomenta. La institución sinagogal de Galilea, dominada por los fariseos, rompe así definitivamente con Jesús. Este, a su vez, se aleja de ella. El mar, como en el éxodo, es paso hacia la tierra prometida, ahora constituida por el mundo entero (pueblos paganos). Horizonte universal del Reino.

La propuesta que nos hace el Señor con su testimonio, es que los cristianos no debemos dejar pasar las oportunidades para hacer el bien a quienes lo necesitan. No hay un mal momento para servir. A veces nos alegramos de llevar una vida piadosa por participar en las celebraciones cultuales, pero no somos capaces de colocar en el centro de nuestra vida las urgencias del prójimo. Aceptemos la invitación que el Maestro nos hace a romper las ataduras que nos impiden hacer el bien, pues dejar de hacerlo es, de alguna manera, tolerar el mal.