Reflexiones Bíblicas
San Marcos 4,26-34

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: "El reino de Dios se parece a un hombre que echa simiente en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo la cosecha ella sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega."

Dijo también: "¿Con qué podemos comparar el reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después brota, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros pueden cobijarse y anidar en ellas." Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado.

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Jesús se dirige de nuevo a la multitud, y expone en dos parábolas el secreto del Reino, los dos aspectos o etapas del reino de Dios.

En la primera parábola propone el aspecto individual: el hombre se realiza mediante un proceso interno de asimilación del mensaje, que culmina en la disposición a la entrega total. La siembra se hace en la tierra, indicando la universalidad (cf. 2,10), y el que siembra debe respetar ese proceso interior.

En la segunda parábola expone el aspecto social del Reino: a partir de mínimos comienzos ha de extenderse por todo el mundo, pero sin el esplendor ni magnificencia que son los emblemas del poder dominador y que el judaísmo, basándose esperaba para el futuro de Israel. El resultado será una realidad de apariencia modesta, pero que ofrecerá acogida a todo hombre que busca libertad. El Reino, por tanto, excluye la ambición de triunfo personal y de esplendor social.

Jesús trabaja pacientemente con la multitud y continúa exponiéndole el mensaje con otras parábolas. El grupo de discípulos, que no abandona la ideología del judaísmo, sigue sin entender, está a la altura de los de fuera. Jesús no lo abandona, les explica el significado de las parábolas que habrían debido comprender por sí mismos. El otro grupo ya no aparece: después de la exposición anterior de Jesús ha entendido el secreto del Reino y se ha independizado ideológicamente de los Doce.