Reflexiones Bíblicas

San Marcos 10,13-16

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo, le acercaban a Jesús niños para que los tocara, pero los discípulos les regañaban. Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo: "Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis; de los que son como ellos es el reino de Dios. Os aseguro que el que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrará en él." Y los abrazaba y los bendecía imponiéndoles las manos. 

COMENTARIOS

Los niños en la sociedad judía no tenían ningún valor. Eran equiparados a los esclavos. Máxime si eran niñas. Los varones no eran reconocidos como auténticos judíos sino hasta que cumplían los doce años. Dependían absolutamente de sus padres. Religiosamente estaban excluidos de la participación directa en el culto del templo y la sinagoga hasta que cumplieran edad indicada. Marcos contrapone la actitud prepotente y autosuficiente de los fariseos y letrados a la actitud humilde y confiada de los niños. Además de su debilidad, dependencia, exclusión son signo de transparencia y autenticidad. A la falsedad de los fariseos se contrapone la autenticidad de los niños.

Jesús coloca a sus seguidores la condición de hacerse como niños para participar en el proyecto del Reino. Esto no significa quedarse en la inmadurez y el infantilismo. Hacerse como niño significa renunciar a toda ambición de poder y prepotencia. Además, colocar toda la confianza en el Padre misericordioso y adoptar una actitud de diafanidad como criterio de vida. 

La ambición de prestigio y la doble moral son los criterios que orientan la vida social de nuestro tiempo. Bajo falsas apariencias se quiere ocultar la corrupción y la falta de ética en el manejo de las relaciones interpersonales y sociales. La política y la economía son focos de corrupción y de mentira. Los creyentes, llamados a ser fermento en la masa, sal de la tierra, luz del mundo nos comprometemos a dar testimonio auténtico de lealtad, honradez, honestidad, sencillez y humildad. Ambicionemos el carisma del servicio solidario y no el poder dominante y deshumanizante. Pongamos nuestra total confianza en Dios Padre y no en los poderes del ambiente social mundial que vivimos. Hagámonos como los niños, necesitados del amor misericordioso del Padre.