Reflexiones Bíblicas

San Marcos 3, 22-30

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo, unos letrados de Jerusalén decían: "Tiene dentro a Belzebú y expulsa a los demonios con el poder del jefe de los demonios". El los invitó a acercarse y les puso estas comparaciones: "¿Cómo va a echar Satanás a Satanás? Un reino en guerra civil, no puede subsistir; una familia dividida, no puede subsistir. Si satanás se rebela contra sí mismo, para hacerse la guerra, no puede subsistir, está perdido. Nadie puede meterse en casa de un hombre forzudo para arramblar con su ajuar si primero no lo ata; entonces podrá arramblar con la casa. Creedme, todo se les podrá perdonar a los hombres: los pecados y cualquier blasfemia que digan; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su pecado para siempre". 

Se refería a los que decían que tenía dentro un espíritu inmundo. 

COMENTARIOS

Continúan los problemas para Jesús. Los escribas venidos de Jerusalén, privilegiados por el sistema injusto, basado en la exclusión y la inequidad, llevan al extremo sus críticas contra él. Mientras, en los pasajes anteriores, los pobladores lo siguen, y los enfermos, considerados "inmundos", lo declaran hijo de Dios, otros lo llaman loco, y los escribas afirman que está poseído por Satanás, el "adversario", "enemigo" u "opositor". Con esto identifican las acciones de Jesús como obras opuestas al designio de Dios.

Jesús responde con un argumento arrollador. No puede un reino subsistir si emprende la batalla contra sí mismo. Si la acción de Jesús está expulsando el mal y denunciando el plan contrario a Dios, no puede ser en ningún modo fruto del mal mismo. Pero va más allá y desvela el pecado oculto tras las palabras de los escribas: adjudicar a Satanás la acción liberadora de Dios; perseguir las obras de Dios tildándolas de malignas. De esta manera los escribas sacralizan lo que no es de Dios, y se convierten en "opositores" del Plan de Salvación, es decir, agentes de Satanás.

En no pocas ocasiones, las personas "buenas" emprenden batallas encarnizadas contra aquello que sobrepasa sus esquemas mentales, negándose la posibilidad de acoger la acción transformadora de Dios en la historia, en la vida, y tachando de diabólicas las legitimas búsquedas de las iglesias y de los pueblos por encarnar de manera fiel y creativa los valores fundamentales del Evangelio en los diferentes contextos sociales. 

Así este Evangelio constituye un llamado a la auténtica fidelidad a Dios que va más allá del cumplimiento de normas o la defensa encarnizada de preceptos y exige la capacidad de discernir aquí y ahora la acción de Dios y los retos del momento histórico presente.

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