Reflexiones Bíblicas

San Marcos 2,13-17

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J



Jesús salió nuevamente a la orilla del mar; toda la gente acudía allí, y él les enseñaba. Al pasar vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: "Sígueme". El se levantó y lo siguió. Mientras Jesús estaba comiendo en su casa, muchos publicanos y pecadores se sentaron a comer con él y sus discípulos; porque eran muchos los que lo seguían. Los escribas del grupo de los fariseos, al ver que comía con pecadores y publicanos, decían a los discípulos: "¿Por qué come con publicanos y pecadores?". Jesús, que había oído, les dijo: "No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores". 

Comentario del Evangelio por San Pedro Crisólogo : “El hombre se levantó y lo siguió” (Mt 9,9) 


Hermanos míos, sentado en la oficina de impuestos, el infeliz publicano estaba en una situación peor que el paralítico del que os hablé el otro día, aquel que yacía en su litera (Mc 2,1ss) Este estaba aquejado por una parálisis de su cuerpo, el otro de una parálisis del alma. En el caso del primero: todos sus miembros estaban deformados por la enfermedad; en el caso del segundo era el juicio el que estaba totalmente desviado. El primero yacía, preso de su carne enferma, el otro estaba sentado, cautivo de alma y cuerpo. El paralítico estaba enfermo bien a su pesar, mientras que el publicano consentía plenamente en ser esclavo de sus vicios. Inocente a sus propios ojos, era considerado por los demás como un pecador. El primero, en medio de sus males, se reconocía pecador. Uno embolsaba riquezas tras riquezas, pecado tras pecado. El otro se purificaba de sus pecados sufriendo sus dolores físicos. Por esto las palabras dirigidas al paralítico eran palabras justas: “Ánimo, hijo, tus pecados te quedan perdonados” (Mc 2,1) ya que por sus sufrimientos quedaba libre de sus faltas. El publicano, a su vez, oyó estas palabras: “Sígueme!” es decir: “Repararás tus pecados siguiéndome, tú que te ibas tras el dinero.”
Alguien puede objetar: “¿porqué el publicano parece recibir un don mayor que el enfermo? Es llamado a ser apóstol desde el principio...Ha recibido el perdón y luego otorgará el perdón a otros. Ilumina toda la tierra con el resplandor de la predicación evangélica. En cuanto al paralítico, a penas es digno de recibir el perdón. ¿Quieres saber porqué el publicano ha obtenido más gracia? El apóstol dice: “...cuanto más se multiplicó el pecado, más abundó la gracia...” (Rm. 5,20)