Reflexiones Bíblicas

San Marcos 9,14-29.

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo, cuando Jesús y los tres discípulos bajaron de la montaña, al llegar adonde estaban los demás discípulos, vieron mucha gente alrededor, y a unos escribas dicutiendo con ellos. Al ver a Jesús, la gente se sorprendió, y corrió a saludarlo. Él les preguntó: "¿De qué discutís?" Uno le contestó: "Maestro, te he traído a mi hijo; tiene un espíritu que no le deja hablar y, cuando lo agarra, lo tira al suelo, echa espumarajos, rechina los dientes y se queda tieso. He pedido a tus discípulos que lo echen, y no han sido capaces." 

Él les contestó: "¡Gente sin fe! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os tendré que soportar? Traédmelo." Se lo llevaron. El espíritu, en cuanto vio a Jesús, retorció al niño; cayó por tierra y se revolcaba, echando espumarajos. Jesús preguntó al padre: "¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto?" Contestó él: "Desde pequeño. Y muchas veces hasta lo ha echado al fuego y al agua, para acabar con él. Si algo puedes, ten lástima de nosotros y ayúdanos." Jesús replicó: "¿Si puedo? Todo es posible al que tiene fe." Entonces el padre del muchacho gritó: "Tengo fe, pero dudo; ayúdame." Jesús, al ver que acudía gente, increpó al espíritu inmundo, diciendo: "Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando: Vete y no vuelvas a entrar en él." Gritando y sacudiéndolo violentamente, salió. El niño se quedó como un cadáver, de modo que la multitud decía que estaba muerto. Pero Jesús lo levantó, cogiéndolo de la mano, y el niño se puso en pie. 

Al entrar en casa, sus discípulos le preguntaron a solas: "¿Por qué no pudimos echarlo nosotros?" Él les respondió: "Esta especie sólo puede salir con oración."
 

COMENTARIOS

Jesús regresa del monte con sus tres amigos y se encuentra con los demás discípulos, rodeados de mucha gente. Había igualmente unos escribas discutiendo con ellos. La gente al ver a Jesús se sorprende y corre a saludarlo, mientras los escribas parecen haberse quedado estáticos. Con la pregunta de Jesús se revela el motivo de la discusión: un joven poseído por un demonio. El padre, aún espera en la posibilidad de una recuperación mientras los escribas posiblemente se resisten y dudan de Jesús y de sus discípulos.

"Generación incrédula", es el reproche de Jesús a los presentes. No han tenido la fe ni la determinación suficiente para responder a la necesidad de este hombre y al contrario, han creado un clima de confusión y enfrentamiento. Jesús, dejando de lado la discusión, centra su atención en el muchacho, y pregunta al padre tratando de comprender su situación. La primera transformación se opera en el padre, quien en dialogo con Jesús pasa de una fe marcada por la duda, a aferrarse firmemente a Jesús y su esperanza. La segunda transformación se opera en el joven que es liberado. "Jesús le da la mano, lo levanta y él se pone en pie", escena repetida en los evangelios que describen un proceso en que la persona recupera su autonomía y su dignidad.

Luego en privado los discípulos desean saber por qué no pudieron expulsarlo. Jesús los remite al ayuno y a la oración. Es preciso estar centrado en lo esencial, en el Dios de la Vida, para saber poner la vida al centro y no permitir que distracciones o intereses personales nos evadan de lo único importante: la Vida.