Reflexiones Bíblicas

San Marcos 16,15-20

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: "Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos." 

Después de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban. 

COMENTARIOS

Jesús no crea un círculo cerrado de seguidores centrados en la veneración del maestro tras su muerte, ni una religión nueva basada en el culto a Dios como centro y eje de todo, ni siquiera un círculo o comunidad de orantes dedicados a pedir a Dios por la conversión de los pecadores. No. Más bien, invita a los miembros de sus comunidad, a sus discípulos, a los que llama hermanos, a salir de la comunidad y abrirse al mundo sin distinción de raza ni lengua para proclamar la buena noticia, esto es, que es posible una sociedad alternativa en la que se favorezca la vivencia de aquellos valores humanos que hacen de las personas seres libres, solidarios, iguales, y capaces, llegado el caso, de amar hasta dar la vida. El que dé la adhesión a este programa de vida, hallará la verdadera vida (se salvará); el que no, viviendo, estará abocado a una vida sin hondura ni profundidad (se condenará). Así de fácil. Los que se adhieran a este estilo de vida que es el de Jesús podrán hacer lo imposible: liberarán a las personas de las ideologías opresoras (echarán demonios en mi nombre), tendrán una capacidad de comunicación antes nunca vista (hablarán lenguas nuevas), quedarán inmunes a todo veneno mortal que acabe con la vida verdadera (tomarán serpientes en la mano y, si beben algún veneno, no les hará daño) y, sobre todo, aliviarán el dolor de todos los que sufren, dándoles vida (pondrán las manos a los enfermos y quedarán sanos). Esta y no otra es la misión del cristiano en el mundo. Es curioso que Jesús no les encomiende ningún tipo de culto, rito o práctica religiosa y que no les hable en esta última recomendación de su relación con Dios. Y es que Jesús entiende que Dios se encuentra en el ser humano y que cada vez que se anuncia esta buena noticia y se pone en práctica, se está rindiendo culto a ese Dios que ya no está en el cielo, sino en lo hondo del corazón humano. Ese Dios que en Jesús se ha hecho hombre para que los seres humanos lleguen a ser hijos suyos, esto es, como dioses.

Después de estas recomendaciones Jesús se fue con Dios y nos dejó la tarea de continuar la misión liberadora de la humanidad.