Reflexiones Bíblicas

San Juan 15,9-17

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. 

Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud. Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé.. Esto os mando: que os améis unos a otros." 

COMENTARIOS

Según el testimonio de los Hechos, Matías fue designado para reemplazar a Judas Iscariote. También lo atestigua Eusebio quien, además, afirma que debió ser uno de los setenta y dos discípulos. En todo caso Matías es discípulo de Jesús y colabora en la obra de la difusión del evangelio. Pero además, se trata de completar el número de los doce. Número simbólico para señalar la continuidad entre las doce tribus del antiguo pueblo y los doce apóstoles, fundamento del nuevo pueblo pascual.

El evangelio de Juan quiere resaltar las características del discípulo de Jesús. Haber sido elegido. No es el discípulo quien toma la iniciativa sino el mismo Jesús. Permanecer en el amor de Jesús como él permanece en el amor del Padre guardando sus mandamientos. Vivir a profundidad la experiencia del amor fraterno hasta el punto de estar dispuesto a entregar hasta la propia vida por el hermano. Sentirse amigo, hermano, en comunión con Jesús porque él le ha comunicado todo lo que le ha encomendado el Padre. Pero, en última, lo que ha de caracterizar al discípulo es su capacidad de amar hasta el extremo como el maestro.

Nuestra comunidad debe ser signo, sacramento, fermento del Reino en nuestro contexto social y cultural. Hemos sido llamados por Jesús para ser testigos del Reino de la verdad, la vida y el amor. Esta experiencia solo es posible en una comunidad siempre abierta al mundo para interpelarlo pero también para acogerlo con amor. También nosotros/as somos discípulos/as porque hemos sido llamados/as por Jesús para anunciar y testimoniar el Reino en medio del mundo que nos corresponde vivir. ¿Estamos dispuesto a aceptar el desafío? ¿Cómo vivimos nuestra vocación discipular al interior de nuestras comunidades y en nuestros contextos respectivos?