Reflexiones Bíblicas

San Juan 19,25-27

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre: "Mujer, ahí tienes a tu hijo." Luego, dijo al discípulo: "Ahí tienes a tu madre." Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.

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La fiesta de la Virgen de los dolores se ubica en la devoción a la Virgen de los siete dolores en el siglo XVI. Luego de haber celebrado la fiesta de la Santa cruz es consecuente celebrar la fiesta de quien en plena fidelidad a la misión recibida ha colaborado incondicionalmente con la obra de la salvación operada en Jesús: María. Desde el momento de la anunciación hasta el día de Pentecostés, María permanece fiel en el seguimiento de su hijo. Por eso ella es modelo de creyente y de discípulo. Hoy la contemplamos junto a la cruz en completa solidaridad con la misión de su Hijo.

En el pasaje del evangelio que hemos leído el personaje central es María, la madre de Jesús. Es un pasaje eminentemente teológico y catequístico. María es símbolo de la Iglesia, como Juan es símbolo del creyente. El creyente vive su fe unido estrechamente a la Iglesia. La misión salvífica de Jesús se prolonga en la Iglesia. María, la Madre de Jesús, es también madre de la Iglesia. El dolor de María tiene fuertes resonancias salvíficas. Ella se articula al plan de salvación de Dios sobre la humanidad. 

Cuantas mujeres, madres, esposas, hijas, hermanas han contribuido notablemente en los procesos de desarrollo y liberación de los pueblos. Ellas son símbolo de resistencia y esperanza. Recordemos las madre de la plaza de mayo en Argentina que durante muchos años salen todos los jueves con sus pañuelos blancos a decirle al mundo que ellas se resisten a aceptar que sus hijos hayan desparecido. Otras mujeres al interior de nuestras comunidades trabajan en la defensa de la vida de sus hermanos.