Reflexiones Bíblicas
San Juan 6,60-69

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo, disputaban los judíos entre sí: "¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?" Entonces Jesús les dijo: "Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre." Esto lo dijo Jesús en la sinagoga, cuando enseñaba en Cafarnaún.


COMENTARIOS

En el evangelio de Juan se dan con frecuencia diálogos entre Jesús y distintos personajes o grupos en los que cada uno se sitúa a un nivel diferente. El evangelio de hoy es un buen ejemplo. Los judíos –término con el que se designa a la oposición de Jesús en este evangelio- entienden las palabras de Jesús al pie de la letra, pero Jesús habla en sentido figurado. Y de este modo no puede haber entendimiento entre ambos.

Los judíos no entienden qué quiere decir Jesús cuando les hablar de darles a comer su carne. Se han quedado desorientados. Mientras les habló del pan podían comprender que se presentaba como un maestro de sabiduría que alimenta al pueblo. Pero ahora identifica ese pan con su misma realidad humana, con su carne y no con una doctrina. Comer su carne es una expresión que no comprenden, aunque la imagen es clara: significa, según Jesús, que al igual que cuando comemos, los alimentos se hacen carne de nuestra carne, el discípulo debe asimilarse a él y aceptar y hacer propio el amor expresado por Jesús en su vida (carne) y en su muerte (sangre). Esto significa en realidad la comunión eucarística: un compromiso de la comunidad para asimilarse a la vida de Jesús (carne) y para estar dispuesta hasta entregar la vida como Jesús la entregó (sangre).

Y si en el Éxodo la carne del cordero fue el alimento previo a la salida de la esclavitud y la sangre con la que se marcaron las jambas de las puertas de los israelitas sirvió de señal al exterminador para que no entrase en sus casas, ahora la sangre de Jesús no sólo no libera de la muerte sino que da la vida definitiva.