Reflexiones Bíblicas
San Juan 6,44-51

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: "Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me ha enviado. Y yo lo resucitaré el último día. Está escrito en los profetas: "Serán todos discípulos de Dios." Todo el que escucha lo que dice el Padre y aprende viene a mí. No es que nadie haya visto al Padre, a no ser el que procede de Dios: ése ha visto al Padre. Os lo aseguro: el que cree tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron: éste es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo."

COMENTARIOS

El evangelista Juan muestra a Jesús como el camino para llegar a Dios. Desde que bajó el Espíritu de Dios a Jesús en el bautismo, como paloma que baja a su nido -con la querencia de la paloma hacia su nido- Dios ya no está en el cielo -que quedó rasgado para siempre- sino en Jesús. De modo que el lugar preferido de Dios no es ya el cielo ni el templo, sino Jesús como prototipo de persona humana que ha recorrido el camino hacia la plenitud humana, hasta la filiación divina. 

El Padre y Jesús son de la misma naturaleza: un amor capaz de comunicar a quienes le den su adhesión la vida definitiva, la resurrección. Pero la resurrección no es un premio a la observancia de la Ley, como creían los fariseos. Jesús afirma que la resurrección no depende de esa observancia, sino de la adhesión a él, o sea, de la práctica del amor hacia los otros. El amor de Dios que se manifiesta en Jesús hará de un mundo compuesto por judíos y paganos, de un mundo desunido, un nuevo mundo en el que todos (no sólo los hijos de Jerusalén, como decía el texto del profeta Isaías) serán discípulos del Señor, de un Dios que se llama «Padre». Dios no es ya el Dios de Israel, sino el Padre universal.