Reflexiones Bíblicas
San Juan 15,9-11

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud."

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El Padre mostró su amor a Jesús comunicándole la plenitud de su Espíritu. Acción que se llevó a cabo en el bautismo, cuando el Espíritu de Dios-amor bajó a Jesús con la querencia de una paloma a su nido, convirtiendo a Jesús en el nido del Dios-amor. Jesús demuestra su amor a los discípulos de la misma manera, comunicándoles el Espíritu que está en él, ese río de vida que fluirá de la entraña del creyente y que calma la sed del corazón humano. La unión a Jesús-vid se expresa en términos de amor. Jesús, como respuesta permanente al amor que ha mostrado a los suyos, les pide que vivan en el ámbito de ese amor suyo, en la práctica del amor al prójimo. Tal es la atmósfera gozosa en que se mueve el seguidor de Jesús. Y este amor debe traducirse en alegría, en una visión positiva de la vida, en gozo, en un «no rotundo» a la desesperanza, al pesimismo, al miedo y al temor. No hay realidad alguna que no pueda ser cambiada con amor. El cristiano vive alegre, porque la alegría es el resultado de una vida vivida con amor, de una vida que genera amor y vida.