Reflexiones Bíblicas
San Juan 15,18-21

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como cosa suya, pero como no sois del mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo, por eso el mundo os odia. Recordad lo que os dije: "No es el siervo más que su amo. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra." Y todo eso lo harán con vosotros a causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió."

COMENTARIOS

La misión para la que Jesús ha elegido a sus discípulos –ser luz del mundo- choca frontalmente con el programa del mundo-tiniebla entendido en el evangelio de Juan como el sistema de poder opuesto a la luz, representado por la institución religiosa judía que tenía su sede central en Jerusalén y en el templo. Entre la luz y la tiniebla no hay conciliación alguna. El discípulo, instalado en el área de la luz- tiene que recorrer el mismo camino del maestro: un camino de entrega hasta la muerte, si fuese necesario, para implantar otro sistema alternativo en el mundo, que no esté basado en el poder que somete, sino en el amor que libera. El discípulo no pertenece ya a la esfera del poder-tiniebla, sino a la del amor-luz, como Jesús. Pero el sistema mundano no acepta ser regido por un valor como el amor que es la negación de toda jerarquía y que lleva a la implantación de un mundo de iguales, de seres solidarios y libres. Al optar por Jesús, los discípulos han roto con "el mundo", y la elección o acogida de Jesús los ha sacado de él. Éste es el éxodo al que Jesús invita: el paso de la esclavitud a la libertad (8,36), de la muerte a la vida (5,24). Por eso "el mundo" odia a los discípulos como odia a Jesús. 

La persecución del discípulo de Jesús es la consecuencia inevitable de la práctica del servicio a la humanidad (cf. 5,16). Los dirigentes del sistema judío y, con ellos, de todo el sistema mundano, basado en la trinidad de poder, prestigio y dinero, se han negado a reconocer que Jesús era el enviado del Padre; han creado una imagen falsa de Dios (5,37s) y, por eso, se oponen al verdadero Dios manifestado por Jesús. El que ellos adoran se hace cómplice de la opresión, puesto que en su nombre ejercen el dominio (5,10; 9,14.24). No pueden tolerar a un Dios que está en favor de la persona humana y la libera.