Reflexiones Bíblicas

San Juan 3,31-36

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J





El que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la tierra pertenece a la tierra y habla de la tierra. El que vino del cielo da testimonio de lo que ha visto y oído, pero nadie recibe su testimonio. El que recibe su testimonio certifica que Dios es veraz. El que Dios envió dice las palabras de Dios, porque Dios le da el Espíritu sin medida. El Padre ama al Hijo y ha puesto todo en sus manos. El que cree en el Hijo tiene Vida eterna. El que se niega a creer en el Hijo no verá la Vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él". 

Leer el comentario del Evangelio por : San Agustín (354_430) obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia 

"...cuando habla aquel a quien Dios ha enviado, es Dios mismo quien habla, ya que Dios le ha comunicado plenamente su Espíritu." (Jn 3,34)

Señor, Dios mío, luz de los ciegos y virtud de los flacos. Sí, pero al mismo tiempo, luz de los que ven y fortaleza de los fuertes, mirad mi alma y oídla cómo clama desde lo profundo. (Sal 129,1) Pues si vuestros oídos no están también en lo profundo, ¿adónde iremos, adónde clamaremos?

"Vuestro es el día y vuestra es la noche." (Sal 73,16) A vuestro albedrío vuelan los átomos del tiempo. Concededme generosa holgura para que medite en los secretos de vuestra ley, y no cerréis la puerta a los que llamamos a ella. (cf Mt 7,7) No fue en balde que Vos quisisteis que se escribiesen tantas páginas pobladas de misterios repuestos y sombríos. En la floresta escriptural y espesa y viva no faltan los ciervos que a ella se acogen y a su sombra se amparan; y van y vienen y campean y sestean y rumian pensativamente. Perfeccionadme, Señor, y relevadme esta umbrías profundas, estremecidas de misterios.

Vuestra palabra es mi gozo; vuestra palabra, superior a la afluencia de todos los deleites. Dadme lo que amo, pues yo amo. Don vuestro es que yo ame. No desamparéis vuestros dones, ni menospreciéis a vuestra hierbecilla sedienta. Todo lo que hallare en vuestros libros será para vuestra confesión, y diré la voz de vuestra alabanza, y beberé en vuestro raudal y consideraré las maravillas de vuestra ley, desde el principio en que creasteis el cielo y la tierra hasta el reino eterno que con Vos compare vuestra ciudad santa.