Reflexiones Bíblicas
San Juan 12, 24-26 

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto. El que ama su vida, la pierde; y el que odia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna. Si alguno me sirve, que me siga, y donde yo esté, allí estará también mi servidor. Si alguno me sirve, el Padre le honrará. 

COMENTARIOS

La figura de la cosecha sirve a Jesús, a Pablo y a los evangelistas para mostrar el camino del Reino, el camino de la vida, el sendero de las buenas obras.

Pablo exhorta a la comunidad de Corinto para que se solidarice con las otras iglesias en apuros económicos. Para mostrarles la actitud con la que deben entregar su ofrenda acude a la imagen de la cosecha, en la que cada uno recoge según ha sembrado. Si dan un regalo refunfuñando, éste carecerá de valor; porque lo importante no es sólo lo que se da, sino cómo se da. Los que, por el contrario, dan con generosidad y alegría, no sólo entregan cosas, sino que, ante todo, están entregando lo mejor de sí mismos.

La comunidad de Corinto atravesaba una grave crisis de identidad. Muchos de sus miembros veían al cristianismo como una de las tantas religiones en las que habitualmente se inscribían. Esta superficialidad les impedía comprender el valor salvífico de la muerte de Cristo. La más grande teofanía de Dios es la vida, pasión, muerte y resurrección de Jesús. Allí Dios se manifiesta en todo el esplendor de su ternura, entrega y amor. Pero, para comprender esto es necesario estar en sintonía con la propuesta del evangelio y estar dispuesto a entregar la vida por el reino de Dios en cada momento de la existencia.

La vida de Jesús fue precisamente una entrega total y generosa. Cayó como semilla buena en el surco de la vida y produjo frutos abundantes. No retuvo su vida para sí. La entrego completamente en favor de sus amigos y de la humanidad. Esta entrega generosa hace de la vida de Jesús y de la vida de sus seguidores -entre los cuales contamos a Lorenzo-, una buena cosecha que produce abundantes buenas obras. 

Nosotros pasamos la vida tratando de alcanzar cosas para ser felices. Lanzamos la semilla de nuestra vida entre el pedregal de los afanes y en la zarza de las preocupaciones. Pablo y Jesús nos llaman a que cambiemos de actitud y encaucemos nuestra existencia por el sendero que conduce a la auténtica vida. Nos invitan a comprender que la vida es una entrega alegre y generosa en favor del prójimo, sobre todo del prójimo pobre.

¿Cómo vivimos nuestro cristianismo? ¿Pensamos que nuestra vida religiosa se reduce al cumplimiento estricto y mecánico de las ceremonias religiosas?