Reflexiones Bíblicas
San Juan 1,45-51

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo, Felipe encuentra a Natanael y le dice: "Aquel de quien escribieron Moisés en la Ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret." Natanael le replicó: "¿De Nazaret puede salir algo bueno?" Felipe le contestó: "Ven y verás." Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: "Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño." Natanael le contesta: "¿De qué me conoces?" Jesús le responde: "Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi." Natanael respondió: "Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel." Jesús le contestó: "¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores." Y le añadió: "Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre."

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En la fiesta del apóstol Bartolomé, recordamos la finalidad con la que fue creado el grupo de «los doce»: coordinar las tareas de evangelización. El objetivo no era «mandar» a los otros, discípulos y discípulas del Señor, sino hacer posible un ejercicio comunitario del ministerio evangelizador. El Apocalipsis retoma el simbolismo de los doce y los compara con las puertas de la Jerusalén celestial. A través de ellas puede el pueblo cristiano ampliar su acceso y penetrar al interior de la nueva realidad inaugurada por Cristo.

Eran muy variados los seguidores de Jesús. Había hombres y mujeres, jóvenes y viejos, ricos arrepentidos y pobres de toda la vida, maestros de la ley y campesinos ignorantes, firmes convencidos y escépticos vacilantes. Esa variedad era muy importante. Creaba la pluralidad necesaria para que la buena nueva prendiera en terreno fértil.

La diversidad no era obstáculo para que Jesús llamara personalmente a sus seguidores. Por eso, cuando llama a Natanael, reconoce en él un hombre justo, aunque este preso de las dudas como el profeta Jonás. Efectivamente, el profeta de Nínive, atormentado bajo la higuera, padeció mucho porque Dios no cumplió los designios catastróficos que sus palabras anunciaron a la pecadora ciudad. A Jonás le costó mucho comprender la misericordia de Dios y su infinito perdón, y se demoró un buen tiempo en discernir su verdadera vocación como profeta. 

Natanael, estaba debajo de la higuera como Jonás, y no creía que Dios tuviera un propósito misericordioso sobre toda la humanidad. En su escepticismo no admitía que de un lugar tan insignificante como Nazaret, Dios sacara algo bueno. Sin embargo, Jesús le da la gran sorpresa y descubre en el corazón de Natanael las mismas dudas que asaltaron a Jonás.

Nosotros estamos predispuestos, como Natanael, a desconocer las buenas noticias que provienen de lo sencillo y cotidiano. Por eso, creemos más a los discursos espectaculares que a la gente humilde. Nuestros oídos están más atentos a los augurios de catástrofes y destrucciones inminentes que a los modestos anuncios de redención. Necesitamos salir de debajo de la higuera y madurar nuestras opciones existenciales. Discernamos entre toda la batahola de cosas el proyecto de vida que nos anuncia el Padre Misericordioso en las personas y situaciones sencillas y cotidianas. 

¿Cuáles son los desafíos que nos plantea el mundo moderno como discípulos de Cristo? ¿Qué podemos hacer para mejorar el acceso de todos los cristianos al conocimiento de Cristo?