Reflexiones Bíblicas
San Juan 8,31-42

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos que habían creído en él: "Si os mantenéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres." Le replicaron: "Somos linaje de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: "Seréis libres"?" Jesús les contestó: "Os aseguro que quien comete pecado es esclavo. El esclavo no se queda en la casa para siempre, el hijo se queda para siempre. Y si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres. Ya sé que sois linaje de Abrahán; sin embargo, tratáis de matarme, porque no dais cabida a mis palabras. Yo hablo de lo que he visto junto a mi Padre, pero vosotros hacéis lo que le habéis oído a vuestro padre."

Ellos replicaron: "Nuestro padre es Abrahán." Jesús les dijo: "Si fuerais hijos de Abrahán, haríais lo que hizo Abrahán. Sin embargo, tratáis de matarme a mí, que os he hablado de la verdad que le escuché a Dios, y eso no lo hizo Abrahán. Vosotros hacéis lo que hace vuestro padre." Le replicaron: "Nosotros no somos hijos de prostitutas; tenemos un solo padre: Dios." Jesús les contestó: "Si Dios fuera vuestro padre, me amaríais, porque yo salí de Dios, y aquí estoy. Pues no he venido por mi cuenta, sino que él me envió."

COMENTARIOS

Filoxeno de Mabboug (?-hacia 523), obispo en SiriaHomilía nº 4, Sobre la simplicidad, 75-76

"Si sois hijos de Abraham, deberíais comportaros como Abraham"

A la primera llamada de Dios, Abrán salió para seguirle. No se hizo juez de la palabra que se le dirigió. El hecho de estar ligado a su familia y a sus próximos, no lo retuvo, ni el amor a su país y a sus amigos, ni ningún otro lazo humano. Sino que desde que oyó la palabra y supo que era de Dios, la escuchó con simplicidad, su fe la consideró verdadera. Menospreciando todo lo demás, se puso en camino con la inocencia de la naturaleza que no busca astucias ni hacer el mal. Corrió hacia la palabra de Dios como un niño hacia su padre…

Dios le había dicho: "Sal de tu tierra y de la casa de tu padre, hacia la tierra que te mostraré" (Gn 12,1). Es para hacer triunfar la fe de Abraham y dar más esplendor a su simplicidad que Dios no le reveló a qué país le llamaba; pareció le quería conducir hacia Canaán y, sin embargo la promesa le hablaba de otro país, el de la vida que está en el cielo. San Pablo lo confirma: "Esperaba la ciudad de sólidos fundamentos, cuyo arquitecto y constructor iba a ser Dios" (Heb 11,10)… Mejor aún, Dios, a fin de enseñarnos con mayor claridad que esta promesa no se refería a una patria terrestre, después de haber hecho salir a Abraham de su patria, Ur de los Caldeos, no lo condujo enseguida al país de Canaán, sino que le hizo residir primero en Harán. De buenas a primeras no le reveló el país a donde le conducía a fin de que, de esta manera, Abrán no saliera de Caldea bajo la presión de una recompensa.

¡Considera, pues, oh discípulo, esta salida de Abrán, a fin de que la tuya se parezca a la suya! No retardes tu respuesta a la voz viviente de Cristo que te llama. En otro tiempo se dirigió sólo a Abrán; hoy, a través de su Evangelio, llama a todos los que le quieren seguir, les invita a seguirle, porque su llamada es para todos los hombres… En otro tiempo escogió sólo a Abraham; hoy nos pide a todos que imitemos a Abraham.