Reflexiones Bíblicas
San Juan 12,44-50

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo, Jesús dijo, gritando: "El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me ha enviado. Y el que me ve a mí ve al que me ha enviado. Yo he venido al mundo como luz, y así, el que cree en mí no quedará en tinieblas. Al que oiga mis palabras y no las cumpla yo no lo juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. El que me rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he pronunciado, ésa lo juzgará en el último día. Porque yo no he hablado por cuenta mía; el Padre que me envió es quien me ha ordenado lo que he de decir y cómo he de hablar. Y sé que su mandato es vida eterna. Por tanto, lo que yo hablo lo hablo como me ha encargado el Padre."

COMENTARIOS

La exclamación de Jesús es una autopresentación enfática de su relación íntima y estrecha con el Padre. Jesús conmina a los creyentes en Él a que lo vean antes que nada como al enviado de Dios. Esto significa que siguiendo las huellas de Jesús daremos fácilmente con la casa del Padre. En segundo lugar, Jesús se presenta como la luz de un mundo que las autoridades religiosas y políticas habían oscurecido con un modelo de sociedad basado en una ley esclavizante; en un Templo convertido en cueva de ladrones; en una organización política que sólo favorecía a los dominadores imperiales y a sus aliados, y en una economía que excluía y marginaba a los pobres. Creer hoy en Jesús nos exige ser luz para un mundo nuevo, que habrá de surgir de estructuras injustas que se han masificado muchísimo más que en aquel tiempo. Finalmente, Jesús se presenta como Palabra del Padre; una Palabra que hay que acoger, oír y guardar porque, si no, se rechaza al mismo Jesús y a su Padre; una Palabra que es vida eterna.