Reflexiones Bíblicas
San Juan 6,22-29

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J  

 

 

Después que Jesús hubo saciado a cinco mil hombres, sus discípulos lo vieron caminando sobre el lago. Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del lago notó que allí no había habido más que una lancha y que Jesús no había embarcado con sus discípulos, sino que sus discípulos se habían marchado solos. Entretanto, unas lanchas de Tiberíades llegaron cerca del sitio donde habían comido el pan sobre el que el Señor pronunció la acción de gracias. Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo has venido aquí?" Jesús les contestó: "Os lo aseguro, me buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a éste lo ha sellado el Padre, Dios." Ellos le preguntaron: "Y, ¿qué obras tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios quiere?" Respondió Jesús: "La obra que Dios quiere es ésta: que creáis en el que él ha enviado."

COMENTARIOS

A la hora de caminar tras las huellas de Jesús hay que tener cuidado con las motivaciones que nos impulsan; no vaya a ser que el Jesús que encontremos no sea el del Evangelio, sino un Jesús hecho a nuestra medida, que se adapta a nuestros deseos o caprichos; un Jesús creíble sólo por los milagros espectaculares, sin que logremos entender que el milagro mayor, el signo por excelencia, es Jesús mismo, alimento de vida eterna. La multitud, sin entender las palabras del Maestro, vuelve a preguntar: «¿Qué tenemos que hacer para trabajar en las obras de Dios?» Siguen marcados por la mentalidad judía de la época, cuya religión mandaba cumplir siempre «preceptos y leyes» que, por su falsa interpretación, terminaban esclavizando y arruinando la fe del pueblo de Dios. Jesús les plantea que basta una obra: adherirse al proyecto de Dios revelado por su Hijo. Sólo quien se compromete hace que todas sus obras adquieran un sentido evangélico, porque estarán impregnadas del amor, la vida y la justicia que exige el reino de Dios.