Reflexiones Bíblicas
San Juan 10,11-18

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J  

 

 

En aquel tiempo, dijo Jesús: "Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estrago y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas. Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor. Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre."

COMENTARIOS

Con la palabra pastor se describe la actividad de Jesús: su característica es dar su vida para dar vida a los suyos.

Ahora expresa cómo la relación de Jesús con los suyos se basa en el mutuo conocimiento. Antes afirmaba un conocimiento personal de cada uno, ahora, de la comunidad; conocimiento profundo e íntimo; relación de amor en el mismo Espíritu (1,16), tan profunda que la compara a la que existe entre Él y el Padre, basada también en la comunidad de Espíritu. Su conocimiento / amor a los suyos y al Padre lo lleva a dar la vida para así comunicarla a los que le dan su adhesión.

Horizonte de la futura comunidad (16): la humanidad entera (1,9; 3,16; 4,42; 8,12). Jesús forma una comunidad humana (rebaño), pero no funda una nueva institución (recinto, lit. "atrio", alusión al templo) opuesta a la judía. Su comunidad universal no está encerrada en institución nacional o cultural alguna. Su base son los hombres acabados por el Espíritu; ellos, según los tiempos y los lugares, encontrarán las expresiones adecuadas a la realidad que viven.

Jesús se entrega a sí mismo, su vida, y así la recobra, porque darse a sí mismo significa adquirir la plenitud del propio ser. Se recobra la vida con la plena identidad de Hijo, al que el Padre demuestra su amor.

Y esto lo hace con absoluta libertad.

Juan utiliza el término mandamiento para oponer este encargo del Padre a los mandamientos de la antigua Ley; la relación entre Jesús y el Padre no es de sumisión, sino de amor que identifica; el encargo del Padre expresa la unidad de designio que nace de la sintonía en el Espíritu (5,30). Moisés recibió muchos; Jesús, uno solo. 

.