Reflexiones Bíblicas

San Juan 21,15-19

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J



Después de comer, Jesús dijo a Simón Pedro: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?". El le respondió: "Sí, Señor, tú sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis corderos". Le volvió a decir por segunda vez: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas?". El le respondió: "Sí, Señor, sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas". Le preguntó por tercera vez: "Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?". Pedro se entristeció de que por tercera vez le preguntara si lo quería, y le dijo: "Señor, tú lo sabes todo; sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas. Te aseguro que cuando eras joven, tú mismo te vestías e ibas a donde querías. Pero cuando seas viejo, extenderás tus brazos, y otro te atará y te llevará a donde no quieras". De esta manera, indicaba con qué muerte Pedro debía glorificar a Dios. Y después de hablar así, le dijo: "Sígueme". 

Leer el comentario del Evangelio por : San Agustín (354_430) obispo de Hipona, doctor de la Iglesia 

"Señor, tú sabes todo, tú sabes que te quiero" (Jn 21,17)

El Señor, después de su resurrección, aparece de nuevo a sus discípulos. Interroga a Pedro, le obliga a confesar su amor, ya que le negó por tres veces, por miedo. Cristo resucitó en la carne, Pedro resucitó en el espíritu. Así como Cristo murió en el sufrimiento, Pedro murió en la negación del Señor. Cristo el Señor resucitó de entre los muertos y ha resucitado a Pedro gracias al amor que éste le tenía. El Señor interroga el amor de aquel que ahora declara abiertamente su amor, y le confía su rebaño.

¿Qué es lo que aporta Pedro a Cristo con su amor? Si Cristo te ama es en provecho tuyo, no de él. Si tú amas a Cristo es en provecho tuyo también, no de él. No obstante, Cristo el Señor, queriendo mostrarnos cómo hemos de manifestar nuestro amor por él, nos lo revela: amando a su rebaño. 

"Simón, hijo de Juan ¿me amas? – Te amo— Apacienta mis ovejas." (Jn 21, 16) Y esto una vez, dos veces, tres veces. Pedro no expresa más que su amor. El Señor no le pide otra cosa que el amor; no le confía otra cosa que sus ovejas. ¡Amémonos, pues, unos a otros, y así amaremos a Cristo!