Reflexiones Bíblicas

San Lucas 19, 11-28

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

Cuando la gente estaba oyendo estas cosas añadió una parábola, porque él estaba cerca de Jerusalén y ellos pensaban que el Reino de Dios se manifestaría en seguida. Dijo pues: «Un hombre noble marchó a una tierra lejana a recibir
investidura real y volverse. Llamó a diez siervos suyos, les dio diez minas y
les dijo: "Negociad hasta mi vuelta". Sus ciudadanos le odiaban y enviaron una
embajada tras él para decir: "No queremos que éste reine sobre nosotros". Al
volver, recibida ya la investidura real, mandó llamar ante sí a aquellos
siervos a quienes había dado el dinero, para saber cuánto habían negociado. 

Vino el primero y le dijo: "Señor, tu mina ha producido diez". Y le dijo:
"Bien, siervo bueno, porque has sido fiel en lo poco ten potestad sobre diez
ciudades". Vino el segundo y dijo: "Señor, tu mina ha producido cinco". Le
dijo a éste: "Tú ten también el mando de cinco ciudades". Vino el otro y dijo:
"Señor, aquí está tu mina, que he tenido guardada en un pañuelo; pues tuve
miedo de ti porque eres hombre severo, tomas lo que no depositaste y siegas lo
que no sembraste". Le dice: "Por tus palabras te juzgo, mal siervo; ¿sabías
que yo soy hombre severo, que tomo lo que no he depositado y siego lo que no he sembrado? ¿Por qué no pusiste mi dinero en el banco? Así, al volver yo lo
hubiera retirado con los intereses". Y dijo a los presentes: "Quitadle la mina
y dádsela al que tiene diez". Entonces le dijeron: "Señor, ya tiene diez minas". "Os digo a todo el que tiene se le dará, pero al que no tiene hasta lo que tiene se le quitará"».

Comentarios de Marcel Bastin:

transmitir, arriesgar... Nuestra fidelidad no tiene nada que ver con la buena conservación de un patrimonio. Nuestra fidelidad no se reduce a velar a los muertos y alimentar recuerdos. Es algo muy distinto de un mecanismo bien engrasado de la memoria. La fidelidad es un riesgo: ¡es una fidelidad en pie!

Somos infieles cuando escondemos la Palabra bajo el peso de las costumbres, de los hábitos, bajo una minucia exagerada o un control esterilizante. Somos infieles cuando la Palabra ya no es un grito, un deseo que hace surgir la vida. Cuando el temos nos frena en vez de movernos a buscar nuevos caminos para el Evangelio. Cuando la justicia y el amor, la verdad, la reconciliación y la paz siguen siendo palabras sin alma, aunque se repita fielmente que son principios de vida.

Hay que arriesgar, porque el Reino está por entero en la semilla. Y la semilla tiene siempre sabor a riesgo y a aventura, sabor a vida.