Reflexiones Bíblicas

San Lucas 1,39-56

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: "¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá." 

María dijo: "Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abrahán y su descendencia por siempre." 

María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa. 

COMENTARIOS

Hoy contemplamos el segundo misterio gozoso: La visitación de María a su prima Isabel. 

La historia de la salvación es la historia de las visitas de Dios a la humanidad. Dios visitó a Abraham, a Moisés, a los Profetas. En la etapa final de la historia vino a su casa, y esta vez para quedarse definitivamente. La visita de María, la mujer llena de Dios, a su prima Isabel, evoca un lazo de unión entre EL PASADO (Isabel, símbolo del viejo Israel; Juan el Bautista, el último de los profetas) y EL PRESENTE (María, la nueva arca de la Alianza; Jesús, la plenitud de los tiempos). 

Este texto contextualiza todo un universo de promesas, esperanzas y su cumplimiento en la actualidad. El mismo Zacarías lo canta en el Benedictus: "Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo". Jesús entra en la historia de Israel, y del mundo, para quedarse definitivamente. Lo podemos encontrar, porque Él se hace encontradizo: en la Comunidad (donde dos o más están reunidos en su nombre), en la Palabra de Dios (que inspira, orienta y fortalece); en los Sacramentos (signos de su presencia y acción, especialmente la Eucaristía), en los Pobres (cuanto hicieron con uno de estos, conmigo lo hicieron), en los Signos de los tiempos (en los acontecimientos de nuestra historia). 

La visitación es un gesto significativo. Invita seguir las huellas de la Mujer que se pone en camino; al servicio de los demás; a llevar el gozo de Dios al corazón de los pobres; a ser presencia de estímulo y esperanza; a reavivar la memoria histórica de la fe; a contextualizar y actualizar el paso de Dios en nuestras vidas; a mirar el futuro cumplido...todo esto y más...evoca el misterio gozoso de la visitación.