Reflexiones Bíblicas

San Lucas 5,33-39

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo, dijeron a Jesús los fariseos y los escribas: "Los discípulos de Juan ayunan a menudo y oran, y los de los fariseos también; en cambio, los tuyos, a comer y a beber." Jesús les contestó: "¿Queréis que ayunen los amigos del novio mientras el novio está con ellos? Llegará el día en que se lo lleven, y entonces ayunarán." 

Y añadió esta parábola: "Nadie recorta una pieza de un manto nuevo para ponérsela a un manto viejo; porque se estropea el nuevo, y la pieza no le pega al viejo. Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque el vino nuevo revienta los odres, se derrama, y los odres se estropean. A vino nuevo, odres nuevos. Nadie que cate vino añejo quiere del nuevo, pues dirá: "Está bueno el añejo."" 

COMENTARIOS

No somos capaces de captar los signos de los tiempos. El Tiempo del Bautista es un tiempo de penitencia y conversión. El tiempo de Jesús es tiempo mesiánico, de gracia y liberación que trae alegría para los pobres como lo anuncia Lucas en el capítulo cuarto. Pero la mentalidad dominante es incapaz de captar esta realidad. Encerrada en el cumplimiento de sus preceptos que le esclaviza y enceguece no alcanza a comprender lo que está pasando con la persona de Jesús. Se han quedado anquilosados en el pasado. Se limitan a hacer meras reformas religiosas pero no a abrirse plenamente a la novedad de la buena noticia de Jesús. Prefieren el rigorismo de la ley a la gratuidad de la misericordia revelada en Jesús.

Un signo inequívoco de la irrupción del Reinado de Dios en medio del Pueblo es la alegría de sentirse liberado de toda opresión por la palabra transformadora de Jesús. Su palabra, como hemos dicho antes, está impregnada de vida. Por eso habla con autoridad. La presencia de Jesús devuelve la vida a los que se pensaban muertos, la esperanza a los fracasados, la felicidad a los afligidos, la dignidad a los oprimidos. Por eso su mensaje de salvación no cabe en los viejos moldes de las instituciones sociales y religiosas enmohecidos por el peso de la rutina y la monotonía.

Nuestras comunidades cristianas y grupos apostólicos deben ser signos del Reino donde se viva y se celebre con gozo la acción liberadora de Jesús prolongada en el tiempo a través de sus seguidores. ¿Qué signos del Reino experimentamos al interior de nuestras comunidades familiares o apostólicas?