Reflexiones Bíblicas

San Lucas 11,1-4

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: "Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos," Él les dijo: "Cuando oréis decid: "Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan del mañana, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo, y no nos dejes caer en la tentación."" 

COMENTARIOS

A diario rezamos al Padre con la oración que Cristo nos enseñó. Lo hacemos con mucha devoción y entrega, pero a veces, caemos en una repetición mecánica e inconsciente. Podemos convertir una oración de tanto contenido en una fórmula de saludo, despojándola de su profundo significado.

La oración de Jesús, por su brevedad y contenido, no es una estilizada forma ritual, sino una manera de iniciar la comunicación con el Padre hablando de las cosas cotidianas. En efecto, en ella entra la preocupación por el sustento y la confianza de que Dios lo otorgará conforme nuestro esfuerzo. Es una oración que se puede hacer en cualquier momento y lugar, pues no es necesario recurrir al templo ni esperar las grandes festividades. Está dirigida a un Padre misericordioso, que se acuerda de sus hijos y los ama. Un Padre atento a cada una de las personas y, a la vez, pendiente de toda la comunidad que lo invoca. Es una oración que clama para que el Reino de justicia e igualdad se haga efectivo aquí y ahora. Que hace válida la reconciliación y el perdón de las deudas como un medio para edificar comunidad, actuando en reciprocidad con la generosidad divina. También, nos hace conscientes de las pruebas que enfrentamos a diario y de la fuerza que Dios nos da para sobrepasarlas. 

La oración dirigida al Padre está llamada a ser el modo más perfecto de entrar en comunión con Dios para hablarle de nuestras preocupaciones diarias, de los proyectos de la comunidad y de la esperanza en un mundo mejor. Pero no debe convertirse en un montón de frases de cajón, que no nos conducen a la oración ni a nada. Por eso, busquemos cómo vincular la oración del "Padre nuestro" a todo el contenido del evangelio, a nuestra vida diaria, a nuestra visión del futuro.