Reflexiones Bíblicas

San Lucas 11,47-54

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo, dijo el Señor: "¡Ay de vosotros, que edificáis mausoleos a los profetas, después que vuestros padres los mataron! Así sois testigos de lo que hicieron vuestros padres, y lo aprobáis; porque ellos los mataron, y vosotros les edificáis sepulcros. Por algo dijo la sabiduría de Dios: "Les enviaré profetas y apóstoles; a algunos los perseguirán y matarán"; y así, a esta generación se le pedirá cuenta de la sangre de los profetas derramada desde la creación del mundo; desde la sangre de Abel hasta la de Zacarías, que pereció entre el altar y el santuario. 

Sí, os lo repito: se le pedirá cuenta a esta generación. ¡Ay de vosotros, maestros de la Ley, que os habéis quedado con la llave del saber; vosotros, que no habéis entrado y habéis cerrado el paso a los que intentaban entrar!" Al salir de allí, los escribas y fariseos empezaron a acosarlo y a tirarle de la lengua con muchas preguntas capciosas, para cogerlo con sus propias palabras. 

COMENTARIOS

La acusación es por el asesinato de los profetas. Ellos que son la voz de Dios ante el pueblo. Por tanto silenciar a los profetas es silenciar a Dios mismo. Actualizando esa denuncia, tendremos que pronunciar esas palabras en contra de las personas y estructuras que siguen silenciado a los profetas, asesinándolos o amenazándolos de muerte, sobre todo en esta América Latina, tierra fecundada por la sangre de los profetas mártires. ¡Ay de esa generación que se empeña en callar la voz de Dios! ¡Y bienaventurados todos aquellos que fielmente mantienen el talante profético!

Estamos en un tiempo de «desfallecimiento profético». La sociedad perdió los ánimos, los luchadores se desesperazaron, a los militantes les pareció que ya no merecía la pena seguir luchando, que las nobles causas están condenadas al fracaso en este mundo. Y vino el conformismo, la pérdida de ideales, el abandono de las utopías, la «muerte de las ideologías», la despolitización... La postura más común vino a ser el individualismo: cada uno mira sólo por sus intereses, y ya no hace ningún esfuerzo por luchar por una sociedad mejor para todos, especialmente para los débiles. «Sálvese quien pueda». Las actitudes solidarias, luchadoras, esperanzadas, militantes... suenan en nuestra sociedad a cosa del pasado, de los hippies, de los revolucionarios de los años 60 del siglo pasado, o de la teología de la liberación...

Si podemos catalogar a Jesús bajo alguna categoría, ésta es la de profeta. Y si algo un cristiano no puede perder, es el profetismo.