Reflexiones Bíblicas

San Lucas 12,13-21

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo, dijo uno del público a Jesús: "Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia." Él le contestó: "Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre vosotros?" Y dijo a la gente: "Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes." 

Y les propuso una parábola: "Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos: "¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha." Y se dijo: "Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mí mismo: Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años; túmbate, come, bebe y date buena vida." Pero Dios le dijo: "Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?" Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios." 

COMENTARIOS

Lucas nos hace tomar conciencia de que los bienes del sujeto de la parábola (un hombre rico) fueron producidos por sus campos, sus tierras; al ver tal producción de frutos, lo único que se le ocurre es preguntarse qué hacer con ella. Haciendo cálculos, se pudo dar cuenta de que sus graneros no eran suficientes para acumular tal cosecha; tal como cualquier productor capitalista -cuyos bolsillos no tienen fondo, y no se sabe cuándo se terminarán de llenar- mandó ampliar sus bodegas para almacenar el producto de sus campos. 

El dueño de los campos -igual que los dueños de los grandes capitales, por estar ocupados en sus cálculos y en saber cuánto tienen, cuánto crece su capital, se olvidan de un elemento fundamental, que irrumpe en la parábola como un elemento esperanzador: «Necio, esta misma noche te reclamarán la vida...». Se olvidan de que sólo uno es el dueño de la vida, el mismo que permite que los campos den frutos.

En unos tiempos como los que vivimos ahora, donde el acumular y el excluir son elementos «normales» del modo de producción capitalista, es importante leer esta parábola a partir de las palabras de la sentencia del Señor: «Los bienes que preparaste, ¿para quién serán?».