Reflexiones Bíblicas
San Lucas 13,22-30

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo, Jesús, de camino hacia Jerusalén, recorría ciudades y aldeas enseñando. Uno le preguntó: "Señor, ¿serán pocos los que se salven?" Jesús les dijo: "Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta, diciendo: "Señor, ábrenos"; y él os replicará: "No sé quiénes sois." Entonces comenzaréis a decir: "Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas." Pero él os replicará: "No sé quiénes sois. Alejaos de mí, malvados." Entonces será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros os veáis echados fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. Mirad: hay últimos que serán primeros y primeros que serán últimos."

COMENTARIOS

Jesús exhorta a sus oyentes para que se esfuercen por escoger el camino difícil: la puerta angosta de la justicia. De lo contrario, nadie se salvará aunque haya compartido la misma mesa con Jesús o haya escuchado su enseñanza. La salvación de la humanidad depende de la actitud misericordiosa hacia el hermano pobre y abandonado. Pues no son los muchos rezos y venias los que conducirán al Reino. Tampoco las muchas meditaciones, dietas y tratamientos espirituales.

La salvación está abierta a toda la humanidad, incluso a aquellos que no comparten nuestras creencias religiosas o que simplemente no tienen ninguna creencia. Nuestro deber no es pararnos en la puerta del Reino para vigilarla y estorbar el paso de los demás. Puesto que no somos propietarios del camino sino sus caminantes, y no somos los patrones del Maestro sino sus discípulos; nuestra función no es enrolar gente para salvarla en nuestras iglesias, sino ser testigos de Jesús y su Palabra.

Escuchamos a diario muchos predicadores y conferencistas que garantizan la salvación en esta vida y en la otra. Se apropian de la Palabra de Jesús y la amoldan a su acomodo para reclutar partidarios de su causa. No sirven a la causa de Jesús sino a sus propios intereses. Enseñan caminos fáciles, recetas y fórmulas para la salvación que se inclinan al mero cumplimiento de deberes piadosos sin ningún contacto con la realidad y mucho menos con una opción efectiva por la justicia. Estos no son los caminos que nos muestra Jesús en su evangelio.