Reflexiones Bíblicas
San Lucas 17,11-19

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

Yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: "Jesús, maestro, ten compasión de nosotros." Al verlos, les dijo: "Id a presentaros a los sacerdotes." Y, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias. Éste era un samaritano. Jesús tomó la palabra y dijo: "¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?" Y le dijo: "Levántate, vete; tu fe te ha salvado." 

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Juan sitúa el relato en Jerusalén durante la fiesta de la Pascua. La pascua era una de las fiestas que requerían que todo judío mayor de 12 años fuese en peregrinación a Jerusalén, la capital. El número de habitantes en la ciudad por esos días era enorme. En el templo se sacrificaban las ofrendas traídas por los peregrinos, que eran muchas. Y es que el templo era la sede del poder religioso, político y económico, lugar donde se reunía el Gran Consejo (Sanedrín) y se guardaba dinero.

El evangelista nos cuenta que Jesús encontró en el Templo a los vendedores y los cambistas de moneda en sus puestos. No encuentra gente que busque a Dios sino comercio. La fiesta se convierte en un medio de lucro para los dirigentes pues el culto proporcionaba enormes riquezas para la ciudad. Se cambiaba la moneda pagana por la moneda del Templo, se compraba y vendían animales para el sacrificio. 

La reacción de Jesús de expulsar los mercaderes fue una denuncia ante un sistema que sustituye al Dios del Templo por el dios del comercio y del dinero. El culto se ha convertido en un pretexto para buscar riquezas y esa no es su función final. La reacción de los judíos es preguntar por un signo y Jesús se remite a la resurrección, donde el templo es él mismo, presencia visible de Dios. Solo cuando resucitó Jesús los discípulos lograron entender las palabras de Jesús.