Reflexiones Bíblicas
San Lucas 18,35-43

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo, cuando se acercaba Jesús a Jericó, había un ciego sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que pasaba gente, preguntaba qué era aquello; y le explicaron: "Pasa Jesús Nazareno." Entonces gritó: "¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!" Los que iban delante le regañaban para que se callara, pero él gritaba más fuerte: "¡Hijo de David, ten compasión de mí!" Jesús se paró y mandó que se lo trajeran. Cuando estuvo cerca, le preguntó: "¿Qué quieres que haga por ti?" Él dijo: "Señor, que vea otra vez." Jesús le contestó: "Recobra la vista, tu fe te ha curado." En seguida recobró la vista y lo siguió glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alababa a Dios. 

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La lectura del libro de los Macabeos nos testimonia uno de los momentos más duros para el pueblo judío. A partir de Alejandro Magno, Palestina había sido colonizada por los griegos y ahora estos imponían su propia cultura, pero a precio de renegar de la alianza santa, de la religión judía. Se llegó hasta reemplazar el altar de los sacrificios en el templo por una estatua del dios Zeus. Todo esto porque la nueva situación daba seguridades. Sin embargo muchos en Israel se mantuvieron firmes en su fe y no claudicaron. Esta experiencia nos invita a mantenernos firmes ante las dificultades. A pesar que los problemas nos ahoguen, siempre habrá una salida. El Dios que nos muestra el libro de los Macabeos es de un Dios fiel a su Palabra a pesar de las infidelidades de los hombres. Él es fiel con nosotros ahora.

El evangelio nos narra la curación del ciego de Jericó. Jesús sube con sus discípulos a Jerusalén y en su camino tiene que pasar por Jericó, una ciudad oasis cercana a la capital. El ciego se encontraba pidiendo limosna pero al escuchar la algarabía de la gente, pregunta cuál es la razón de tal alegría. Le contestan que Jesús pasa por allí. El ciego le grita pidiendo compasión, y Jesús le cura por la propia fe que ha mostrado. 

La curación del ciego es más que un milagro. Es la manera como Jesús introduce en la comunidad a una persona que había sido relegada por el hecho de su enfermedad. Es una práctica que invita a incluir en lugar de excluir; a acoger en lugar de despedir. Nosotros excluimos a muchos hermanos por distintos motivos. El evangelio nos invita a ser capaces de crear nuevos espacios donde todos, a pesar de las diferencia, tengamos cabida.