Reflexiones Bíblicas
San Lucas 18,1-8

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo, Jesús, para explicar a los discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola: "Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: "Hazme justicia frente a mi adversario." Por algún tiempo se negó, pero después se dijo: "Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara."" Y el Señor añadió: "Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?" 

COMENTARIOS

La idea central de la parábola es que los discípulos deben orar siempre y sin desfallecer, y está escrita para inculcarles esta idea. Para ilustrar esta idea Jesús pone como ejemplo el caso de una mujer viuda y desamparada que se presenta ante un juez. Este juez es caracterizado como injusto pues ni temía a Dios, ni temía a los hombres. Después de mucho importunarlo el juez decide hacerle justicia a la viuda. La mujer es una mujer caracterizada por su insistencia. Nunca deja de ir a pedirle que haga justicia.

Pero a pesar de esto Jesús no llama la atención sobre la mujer sino sobre el juez. El punto central de la parábola no está puesto en la perseverancia de la súplica, sino en la seguridad de que esta es atendida. Nos muestra la manera como Dios procede ante nuestros ruegos. Si este juez perverso se deja convencer por los ruegos de una viuda a pesar de su egoísmo, cuanto más nos atenderá Dios que es un Padre bondadoso. 

Además de dar por supuesto que hay que orar insistentemente el evangelio nos está invitando a orar confiadamente en Dios, con la seguridad de que nuestra plegaría es escuchada. Y es que orar con la seguridad de que somos escuchados es poner de presente que nuestras acciones están marcadas por Dios. Es más que una oración de petición, es la seguridad de encontrar lo que se ha buscado. Resalta en el trasfondo la misericordia y el amor de Dios que acoge. Nos interroga por la imagen que tenemos de él y nuestra confianza en la acción misericordiosa.