Reflexiones Bíblicas
San Lucas 21, 12-19

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Os echarán mano, os perseguirán, estregándoos a las sinagogas y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores por causa mía. Así tendréis ocasión de dar testimonio. Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa mía. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas." 

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El texto que hoy reflexionamos nos muestra las condiciones en las que vivió la comunidad de Lucas luego de la destrucción de Jerusalén. La mayoría de comunidades padecieron con mayor intensidad la oposición de las sinagogas y la campaña de desprestigio que iniciaron sus detractores. A pesar de la adversidad, ellos vieron la situación como una ocasión especial para dar testimonio de Jesús y para anunciar la Buena Nueva en los lugares más conflictivos de la sociedad.

Esta situación no fue un accidente producido por odios fortuitos o por inquinas individuales. Se produjo por la actitud del cristianismo que se caracterizaron por poner en duda todo el sistema de valores que tenía vigencia en el mundo antiguo. Los cristianos no divinizaron el estado o su sistema jurídico. Valoraron al ser humano por encima de las diferencias étnicas, religiosas y sociales. Este modo de ver y sentir la vida los llevó a inevitables enfrentamientos con los defensores del sistema vigente. 

Para los romanos, el estado era divino y el sistema administrativo y financiero participaba de ese carácter sagrado. El centro de la vida humana era la solidez del imperio. A la vez, los judíos de la época consideraban que su sistema legal era la máxima expresión de la divinidad. Acreditaban el descanso sabatino como la máxima expresión de la piedad religiosa. De esta manera, romanos y judíos consideraban que el Estado o el sistema religioso se imponían sobre el valor de las personas y comunidades.