Reflexiones Bíblicas
San Lucas 6,36-38

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante. La medida que uséis, la usarán con vosotros."

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Hesed es el término hebreo que se traduce como misericordia. Es un término relacional, o que expresa la modalidad de una relación; describe una conducta, una actitud siempre dispuesta a realizarse entre los miembros de una determinada comunidad; dicha conducta nace de un sentido de solidaridad y reciprocidad entre personas. Cuando se refiere a Dios, este sentido relacional adquiere además el carácter de gratuidad que emerge de la alianza tribal. Ella, por su propia dinámica comunitaria produce solidaridad entre Yahvé y su pueblo en virtud de la cual Yahvé está siempre dispuesto a manifestar su cercanía y su cuidado por todo lo que afecta la vida de su pueblo. La misericordia identifica a Dios, es su "constante histórica": Dios la revela, Dios la realiza siempre.

El tipo de relación a la que se refiere heded es más que piedad o caridad. Apunta a la capacidad para entrar en los sufrimientos del otro a tal punto que puede llegar a sentir y ver las cosas desde esa realidad. Misericordioso es quien se identifica con las personas que sufren y lucha junto con ellas para afrontar la adversidad. La actitud contraria es las personas que insisten en sus propias necesidades, en sus derechos, en su bienestar, en sus aspiraciones; llegando con facilidad a "ensimismarlas" (centrarla en sí misma) y a consumirlas en el egoísmo, la insolidaridad, la codicia y la crueldad.

Misericordia en el sentido latino de la palabra, miser-cordia, el corazón está volcado íntegramente hacia el miserable. El corazón como centro de sentimientos, discernimientos y afectos, se ha puesto en la miseria y el sufrimiento del otro. Esta es la fuerza y la fuente de la solidaridad. Es lo que Dios pide al pueblo: "Misericordia quiero, no sacrificio" (Os 6,6; Mt 9,13 y 12,7) frente al riesgo de reducir la fe al culto o al cumplimiento de la ley. Dios exige actitudes de solidaridad y no formalismos. Lo que está en juego es la vida del quien sufre (en el Primer Testamento son "paradigmas" del pobre que sufre: el huérfano, la viuda y el forastero), y dignificar esa vida es la verdadera religión.

En el koiné (griego popular) del Nuevo Testamento "entrañas" es sinónimo de "corazón", centro del sentimiento y de las motivaciones más profundas y nobles que puede tener el ser humano. Cuando el Nuevo Testamento se refiere a las "entrañas", está indicando el lugar, la fuente y la profundidad del sentimiento humano que inclina a la acción compasiva-solidaria. El verbo griego esplagjnizomai deriva de esplagjnon que significa vientre, intestinos, entrañas, corazón, es decir, las partes internas, de donde provienen las emociones más profundas. El verbo griego nos está indicando un movimiento, un dinamismo o impulso fuerte que fluye de las propias entrañas, una reacción visceral. Lo esencial es la capacidad de sentir "desde dentro", las entrañas, el dolor del otro que interpela desde su necesidad y que mueve hacia la acción solidaria. Es lo que hace Jesús cuando se encuentra con la viuda de Naím: la ve, siente con sus entrañas el dolor de ella (o se le con-mueven las entrañas por el dolor de ella), la consuela, toca el féretro y ordena al joven levantarse. Similar proceder misericordioso es lo exigido a la comunidad discipular, pues ello es lo que identifica al discipulado. Lo decisivo en el programa del Reino es la práctica de la misericordia.

Ser misericordioso como lo es Dios, se constituye en "principio" de fe. Una ética de la solidaridad y del cuidado de la vida emerge como "medida" con la que queremos que nos midan y con la que queremos "medir" nuestros esfuerzos de humanización. Tal "medida" es recompensada por Dios hasta rebasar para quien siempre da.