Reflexiones Bíblicas
San Lucas 6, 1-5

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

Un sábado, Jesús atravesaba un sembrado; sus discípulos arrancaban espigas y, frotándolas con las manos, se comían el grano. Unos fariseos les preguntaron: "¿Por qué hacéis en sábado lo que no está permitido?" Jesús les replicó: "¿No habéis leído lo que hizo David cuando él y sus hombres sintieron hambre? Entró en la casa de Dios, tomó los panes presentados -que sólo pueden comer los sacerdotes-, comió él y les dio a sus compañeros". Y añadió: "El Hijo del hombre es señor del sábado".

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Los discípulos infringen la ley al recoger algunas espigas para mitigar el hambre. Los fariseos consideran que esta es una acción equivalente a la siega, por lo tanto, los discípulos violan el descanso sagrado del sábado. Jesús no discute la legalidad de la acción, sino que defiende las necesidades de la gente. Si David, el gran rey, fue capaz de tomar panes sagrados para satisfacer su hambre y la de las tropas que lo acompañan, por qué las demás personas no pueden hace lo mismo en casos similares. Las necesidades vitales de las personas están por encima de los preceptos de la ley.

Además, con esta comparación, Jesús les echa en cara a los fariseos su actitud agresiva. Están pendientes de la más trivial infracción ajena, justificada o no. Pero poco les importa el propio talante opresor y ofensivo que han asumido como modo de vida. La Ley que Dios había dado para constituirlos como pueblo de personas libres (Ex 20,2), ellos la han convertido en instrumento de opresión y esclavitud. Una ley así, es más una amenaza que una senda de libertad.