Reflexiones Bíblicas
San Lucas 7, 31-35

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo, dijo el Señor: "¿A quién se parecen los hombres de esta generación? ¿A quién los compararemos? 

Se parecen a unos niños, sentados en la plaza, que gritan a otros: "Tocamos la flauta y no bailáis, cantamos lamentaciones y no lloráis." 

Vino Juan el Bautista, que ni comía ni bebía, y dijisteis que tenía un demonio; viene el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: "Mirad qué comilón y qué borracho, amigo de publicanos y pecadores." 

Sin embargo, los discípulos de la sabiduría le han dado la razón." 


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El evangelio nos dice sin reticencias que gente de «mala fama» era amiga de Jesús. A Él mismo lo tildaron de glotón, borracho y persona poco recomendable. Sin embargo, la acción de Jesús en medio de proscritos, enfermos y gente de mala fama, muestra la acción redentora de Dios.

La salvación que Jesús ofrece, no consiste simplemente en una recuperación de los marginados a la sociedad que los había rechazado. La salvación significa, ante todo, un restablecimiento de la dignidad de la persona y una nueva conciencia. Importa más la persona en su valor humano y no el que sea muy piadosa. Por esto, la obra de Jesús consiste en recuperar la dignidad de la persona ante sí misma y ante una comunidad que por ningún motivo discrimina. La persona redimida adquiere con el gesto de Jesús una nueva conciencia que le permite ponerse en camino para llegara a ser una nuevo sujeto, libre y solidario. 

Este comportamiento enfureció a escribas y fariseos que estaban llenos de complejos sectarios y de superioridad