Reflexiones Bíblicas
San Lucas 8, 1-3

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo, Jesús iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, predicando el Evangelio del reino de Dios; lo acompañaban los Doce y algunas mujeres que él había curado de malos espíritus y enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, intendente de Herodes; Susana y otras muchas que le ayudaban con sus bienes.

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El grupo que sigue a Jesús es mixto. Una parte la componen los «Doce». Grupo que Jesús había constituido para que encabezara el servicio a los pobres. La otra, la compone el grupo de mujeres. Estas son de diversa procedencia y después de haber sido redimidas van tras el maestro acompañándolo en el anuncio del Reino.

Fueron muchas las personas sanadas por Jesús. Pero en el evangelio sólo consta que estas mujeres lo acompañaran en su recorrido por Israel.

Este grupo mixto debió causar una singular impresión en el ambiente cultural. Pues, era usual que algunas mujeres ilustres y pudientes ayudaran económicamente a algún maestro. Pero, chocaba con la mentalidad de la época que los maestros contaran con discípulas entre sus oyentes.

Las mujeres que seguían a Jesús no eran personas muy ilustres. María Magdalena ha sido identificada por la historia (escrita siempre por varones) con la prostituta, con lo que resultó ocultado y descalificado su otro título real de «Apóstola apostolorum», apóstola de los apóstoles. Juana era esposa de un administrador de Herodes. Estaba casada con un hombre despreciado tanto por el pueblo como por los fariseos fanáticos. Susana y otras mujeres pudientes tenían fe en la labor de Jesús y, por eso, le ayudaban a financiar la actividad misionera. 

Estas mismas mujeres lo acompañaron, al igual que otros discípulos, durante todo el trabajo misionero. Luego, cuando la mayoría de los seguidores lo abandonaron, ellas continuaron fieles al pie de la cruz. Fueron las primeras testigos de la resurrección. Mantuvieron la fe en quien las había sanado y llamado, aunque los discípulos no les creyeran. Hoy hay una abundante producción teológica feminista, que, lógicamente, redescubre para todos nosotros aspectos que quedaron ocultos desde la visión patriarcal que ha dominado en la historia y todavía domina, aunque ciertamente, ya se bata en retirada.