Reflexiones Bíblicas
San Lucas 10,1-9

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: "La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. 

Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz en esta casa". Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: "Está cerca de vosotros el Reino de Dios."" 

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La primera lectura nos presenta una lista de peticiones que hace Pablo a su discípulo Timoteo. Son particularmente llamativos la cantidad de nombres que aparecen aquí dentro de los cuales está el de Lucas quien, para la mayoría de críticos, se trata del autor del tercer evangelio y de Hechos. 

Celebramos hoy la festividad de San Lucas evangelista. Celebrar la memoria de quienes llamamos santos es motivo para recordar nuestra propia vocación a la santidad; y celebrar en particular la memoria de los apóstoles, los evangelistas y de los primeros grandes propagadores de la fe, es un compromiso de tratar de volver a establecer con ellos aquella necesaria sintonía que con el correr del tiempo se fue perdiendo a causa de muchas circunstancias. Y es loable que para recordar la memoria del evangelista lo hagamos iluminados por uno de los pasajes de su evangelio que entre otras cosas es único de él. 

Mientras Marcos y Mateo nos narran la elección de los doce y su posterior envío a predicar, relato que también nos presenta Lucas, este pasaje de la misión de los 72 discípulos le pertenecen sólo a Lucas. Qué intención tendrá el evangelista para narrarnos este relato. Recordemos que entre las varias características de Lucas es la universalidad (del evangelio), y una de las maneras por las cuales él quiere transmitir esa intención es poniendo en la persona misma del Señor (de nuevo aquí utiliza la expresión «El Señor...»), la voluntad de confiar la misión a un número mucho más grande que supera el límite de doce. Recordemos que en la Biblia uno de los sentidos o significados del doce es la representación del pueblo de Israel, compuesto por doce tribus. El 70 representa la totalidad del mundo. En la mentalidad bíblica, el mundo está compuesto por 70 naciones. Además el siete es símbolo de plenitud, abundancia. 

La intencionalidad es por tanto demostrar que el mismo Jesús se empeña en que el evangelio sea conocido, predicado por muchos en muchos lugares. Quizás el mismo evangelista se siente miembro de ese grupo de 72 discípulos en el momento de la redacción, y por eso insiste en la desproporción que hay entre la magnitud de la mies y la escasez de operarios para la mies.

Recordar hoy al hombre Lucas, al misionero, al evangelista es volver a recordar que por encima de divisiones y de denominaciones en el seno del cristianismo está la intención original del Señor de que su evangelio sea conocido y difundido por muchos para que también muchos hombres y mujeres lo puedan conocer, por encima de tendencias, ideológicas y denominaciones, uno solo es el evangelio y una sola es la directriz que Jesús trazó desde el comienzo: sencillez y sobriedad en lo que respecta a lo externo de los misioneros (v. 4); transmisión o saludo pacífico con toda la carga que comporta para el semita antiguo el saludo del Shalom, (vv. 5-6); incorporación-inserción real y efectiva en la vida de la gente, compartir lo que son y lo que tienen (vv. 7-8) y luego los signos que completan al auténtico obrero del reino: «curar a los enfermos» y «anunciar la cercanía o presencia del reino» (v. 9). 

Insistimos en la necesaria vuelta a los orígenes o necesario retorno a los orígenes, volvamos a sentirnos sencillamente miembros de los 72, no escandalicemos más al mundo con tanta división; sin echar culpas a nadie ni imponer a nadie la «denominación» a la que debe pertenecer, cumplamos con el deber de ser por encima de todo evangelizadores con las características que indicó Jesús, el resto, los obreros que el reino necesita, lo va haciendo surgir el Espíritu, nosotros contentémonos con hacer que por la calidad de nuestra vida y la calidad de nuestro trabajo llamemos la atención de muchos y muchas, los invitemos a servir al reino, que nos conozcan por nuestras buenas obras, no por lo otro: por el daño y el escándalo que causamos a raíz de nuestras actitudes contrarias al evangelio.