Reflexiones Bíblicas
San Lucas 10, 1-12

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: "La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz a esta casa". Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: "Está cerca de vosotros el reino de Dios." Cuando entréis en un pueblo y no os reciban, salid a la plaza y decid: "Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que está cerca el reino de Dios." Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para ese pueblo." 

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Continuando con la lectura del libro de Job nos hallamos con un personaje en el extremo de la desesperación, su convicción profunda es que la situación que está viviendo es una acción directa de Dios; con todo, Job espera ser vengado y la venganza la asumirá el mismo Dios en quien Job tiene la firme convicción de ser su rescatador (Go’el). De otro lado, Job afirma algo que podría tomarse como el preludio remoto de la posterior fe en la resurrección: él está seguro que Dios lo restituirá en su carne y que de esa manera podrá ver el rostro de Dios; pero nótese que dicha esperanza no se proyecta a una perspectiva de eternidad, sino todavía a un horizonte temporal. Podríamos estar, de todos modos, en los albores de la fe en la resurrección.

El evangelista Lucas nos narra el envío de 72 discípulos a una práctica misionera. Los tres sinópticos están de acuerdo en el relato del envío misionero de los 12 discípulos, sin embargo mientras que Marcos y Mateo sólo nos narran el envío de los 12, Lucas nos narra una misión de 72 discípulos (en otros manuscritos son 70). De todos modos, Lucas quiere transmitirnos también su propia perspectiva. El envío de los 12 hace alusión a las 12 tribus de Israel, el número 70 alude al número de naciones que forman parte del mundo completo, ese era el modo de pensar del semita antiguo. Con ello Lucas indica que en la mente de Jesús todo Israel y todo el mundo está implicado en el trabajo evangelizador.

Las características: de dos en dos. Según el modo de pensar de la época, el testimonio de un hombre no era suficiente, no era creíble, era pues necesario que el testimonio fuera respaldado por un segundo y hasta por un tercero para poder ser aceptado. En esta perspectiva, los pares de misioneros podrán ir anunciando la buena noticia del reino y dando testimonio de esa Buena Nueva, no solo con palabras, sino también con un modo de ser que el mismo Maestro indica: sin bolsa, sin alforja, sin sandalias... la novedad del reino no requiere demasiada infraestructura; como quiera que dicha novedad va dirigida a todos, pero especialmente a los pobres, el evangelizador es el primero que debe dar testimonio de pobreza aún desde lo externo. Valdría la pena analizar cuánta infraestructura «requiere» hoy nuestro trabajo evangelizador, el monto de la bolsa, el tamaño de la alforja y el número de sandalias que echamos por delante de nuestro trabajo misionero!

La otra recomendación, todavía como parte de las actitudes externas, es no detenerse con nadie por el camino, quedarse en la misma casa donde entren, comer y beber lo que les ofrezcan, saludar al estilo hebreo con el Shalom... Todo esto como plataforma para lo esencial: curar a los enfermos y anunciar que el reino de Dios está cerca (v.9), este es el meollo de la misión, sanar y anunciar la proximidad del reino. Ambas cosas se exigen mutuamente, estar sano implica estar dispuesto de cuerpo, mente y corazón para que acontezca lo nuevo, requiere estar libre de esquemas mentales paralizantes, de ideas distorsionadas de Dios y de su infinita capacidad de recrear y sobre todo de sorprender con lo novedoso; al paso que se presenta la «sanidad» se va haciendo posible la irrupción del reino, se puede ver con claridad que el reino está ahí, en mí, en ti, en cada uno y que todos podemos concretarlo en un proyecto de nueva sociedad. No era tarea fácil para los discípulos, pues iban «como ovejas en medio de lobos», sin embargo, la idea del Maestro que envía no se fija en cómo «defenderse» de los lobos, todo lo contrario, con las exigencias externas que quedaron planteadas es como ponerse directamente en la boca del lobo. Queda claro que el enviado es eso, enviado, alguien que desempeña una actividad o misión por encargo, en este caso es el proyecto de Jesús, es en definitiva el proyecto de Dios lo que hay que explicitar, no es el proyecto del misionero enviado. Cuando olvidamos este detalle, todo empieza a enredarse y a complicarse porque en lugar de estar al servicio del mensaje, ponemos el mensaje a nuestro servicio con el resultado absolutamente contrario: olvidamos predicar el reino y resultamos predicándonos a nosotros mismos.