Reflexiones Bíblicas
San Lucas 14, 12-14

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo, dijo Jesús a uno de los principales fariseos que lo había invitado: "Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. 

Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos." 

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Seguramente cada vez que Jesús compartía la mesa con sus amigos y amigas soñaría con ese banquete del reino en donde nadie estaría excluido, muy diferente al banquete escatológico soñado por los legalistas en donde sólo podrían entrar los escrupulosos practicantes de la ley. Jesús no pierde esta oportunidad para revelar ante esta clase de gente con qué tipo de banquete sueña él, o mejor qué clase de banquete es el que Dios quiere.

Esta sí que es una inversión completa de valores, y como ya dijimos, Jesús no lanza la cuestión como una broma, la lanza como denuncia y como anuncio al mismo tiempo. Como denuncia porque en el «pueblo de Dios» donde no debería haber ningún tipo de división ni social ni política ni económica y menos aún religiosa por tratarse de ser un pueblo elegido para vivir el proyecto de la solidaridad y de la igualdad, se vive, empero, la más degradante discriminación en razón del poder del tener y de la religión, y eso es lo que este sábado Jesús está denunciando de frente y sin tapujos. Es también anuncio, porque la invitación de estas cuatro categorías de marginados es en el fondo la praxis que él mismo viene realizando desde que se lanzó a la vida pública aquel día sábado también en Nazaret (Lc 4, 16-20); ellos son los primeros en ingresar al reino que, de todos modos no se cierra para ninguno, también el anfitrión de hoy y sus demás comensales pueden ingresar a la dinámica del reino si comienzan por realizar la acciones que ese reino exige para que sea de verdad reino de Dios y no una simple idea abstracta pintada con imágenes idílicas de lo que «debería» ser. 

Tremendo compromiso también para nosotros hoy como institución y como supuestos seguidores de Jesús; saquemos cada uno nuestras propias conclusiones a partir de la calidad de gente con que nos relacionamos y muy especialmente con los que comparten nuestra mesa.