Reflexiones Bíblicas
San Lucas 21, 5-11

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J  

 

 

En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo: "Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido." Ellos le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?" Él contestó: "Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: "Yo soy", o bien: "El momento está cerca", no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida." Luego les dijo: "Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre. Habrá también espantos y grandes signos en el cielo.

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Sabemos que el templo representaba todo para Israel, no sólo por su convicción de que era el lugar de la Presencia, lugar donde habitaba Nombre de Dios o su Gloria (Ez 43,4), sino porque como estructura institucional determinaba todos los destinos políticos, económicos, sociales y religiosos de la nación.

Quienes observan la maravilla arquitectónica no están en grado de poner en cuestión todo lo que hay detrás de esta mole de piedra; únicamente Jesús que como ya hemos visto se mueve en otros criterios, con otros parámetros, es capaz de cuestionar y hasta se atreve a predecir su destrucción. Con todo, la realidad de la destrucción del templo sí la debió conocer Lucas que aprovecha esa imagen para ponerla en boca de Jesús como profecía y como introducción a su discurso escatológico que se abre precisamente aquí a propósito de las palabras de unos aterrados fieles delante de esta fortísima construcción.

No es necesario pues, hacer mucho hincapié en si Jesús predijo la destrucción de Jerusalén y su templo en términos literales. Lo más importante es que con la claridad de una conciencia totalmente liberada y desprovista de la alineación religiosa, propia de su tiempo, Jesús manifiesta su más profunda convicción y fe en la caída de todo el sistema montado alrededor del templo como estructura generadora de injusticia institucional. No será algo pacífico ni fácil, con la misma violencia e injusticia con que se levantó todo aquello será derribado también, no porque Dios intervenga para que las cosas se den así, si no como una especie de ley de la vida. Los tiempos difíciles van a llegar, eso no se puede evitar; pero Jesús previene para que en tiempos de dificultad sus seguidores estén muy atentos, con los ojos abiertos y una conciencia muy clara y definida para no creer a cualquiera que diga «soy yo» o «el momento está cerca». No hay que preocuparse tanto por «cuándo» (v. 7) sucederá lo que Jesús acaba de vaticinar lo que realmente debe preocupar es mantener la capacidad de discernir siempre con criterios de justicia los signos de los tiempos.