Reflexiones Bíblicas
San Lucas 11,14-23

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo, Jesús estaba echando un demonio que era mudo y, apenas salió el demonio, habló el mudo. La multitud se quedó admirada, pero algunos de ellos dijeron: "Si echa los demonios es por arte de Belzebú, el príncipe de los demonios."

Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo en el cielo. Él, leyendo sus pensamientos, les dijo: "Todo reino en guerra civil va a la ruina y se derrumba casa tras casa. Si también Satanás está en guerra civil, ¿cómo mantendrá su reino? Vosotros decís que yo echo los demonios con el poder de Belzebú; y, si yo echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos, ¿por arte de quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces. Pero, si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros. Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros. Pero, si otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte el botín. El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama."

COMENTARIOS

Uno de los elementos principales que se pueden resaltar en el evangelio de hoy es el rechazo que hace Jesús a la petición de sus opositores de un "signo" o señal de su misión divina para poder creer.

Es demasiado débil e infantil la fe de quien pretende sustentarla con signos o milagros. La fe es siempre un don de la gracia divina, y como tal es a la vez un camino que conduce a la aceptación confiada del plan de Dios como la mejor alternativa de vida. En cuanto camino, tendrá tropiezos, caídas, levantadas, pero ahí estará siempre el Dios fiel que tiende su mano para levantar al creyente y confortarlo a fin de que prosiga con pie firme su marcha.

Dios no exige grandes cosas, y mucho menos algo que sobrepase nuestras capacidades; lo único que exige es docilidad de espíritu para aceptar que sólo en él está garantizada la plenitud de nuestra vida, y para reconocer igualmente que a través de cualquier medio puede él comunicarnos su voluntad y corregir nuestro rumbo con el fin de acercarnos más a él.

Eso era lo que pretendía Jesús, y eso es lo que pretende comunicar Lucas a su comunidad. Y, por supuesto, es lo que pretende también el Señor para el creyente de hoy.