Reflexiones Bíblicas
San Lucas 9,46-50.

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

En aquel tiempo, los discípulos se pusieron a discutir quién era el más importante. Jesús, adivinando lo que pensaban, cogió de la mano a un niño, lo puso a su lado y les dijo: "El que acoge a este niño en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí acoge al que me ha enviado. El más pequeño de vosotros es el más importante."

Juan tomó la palabra y dijo: "Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre y, como no es de los nuestros, se lo hemos querido impedir." Jesús le respondió: "No se lo impidáis; el que no está contra vosotros, está a favor vuestro."

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La actitud de Jesús en este caso es un gesto verdaderamente pedagógico: Jesús pone a un niño ante los discípulos y lo declara prototipo de grandeza en el reino de Dios. A partir de este gesto, Lucas elabora una cadena de sentencias impregnadas de matices característicos de su iglesia. El niño no será para el caso un ejemplo de inocencia o pureza, sino de un ser débil, sin poder, sin pretensiones, sin autoridad. El niño no tiene nada que decir en la sociedad, y debe limitarse a obedecer las órdenes que le dan los mayores; sólo puede "recibir" con alegría lo que se le ofrece.

El llamado de Jesús a sus discípulos es a que renuncien a las pretensiones sobre el reino y acepten con valentía lo que se les ofrece. Los discípulos deben cambiar sustancialmente su concepto sobre la grandeza. El ser como niños no significa volver a ser el niño que se fue, sino renunciar al poder y optar por la humildad y el servicio a los demás como única posibilidad de ser parte del reino de Dios.

En la segunda parte del texto vemos la actitud amplia y ecuménica de Jesús. El error de los discípulos era pensar que el "desconocido" que expulsaba demonios invocando el nombre de Jesús les hacía competencia. Jesús invita a que abramos nuestro corazón a otras personas, grupos y movimientos, y trabajemos por la causa común, ¡el reino! Nosotros, la comunidad de los seguidores de Jesús, hemos de estar dispuestos a tolerar y aceptar a todos los que trabajan por instaurar en el mundo un nuevo proyecto social que haga avanzar el reinado de Dios.