Reflexiones Bíblicas
San Lucas 11,1-4.

Autor: Padre Juan Alarcón Cámara S.J

 

 

Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: "Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos," Él les dijo: "Cuando oréis decid: "Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan del mañana, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo, y no nos dejes caer en la tentación.""

COMENTARIO

La oración judía oficial se realizaba en el templo, el lugar por excelencia; Jesús convierte el sitio donde se encuentra en «lugar» adecuado para la oración («mientras él se encontraba orando en cierto lugar»). Por primera vez hay quien se dirige a Dios con confianza filial: «Abba» (en arameo, «Padre»). Jesús introduce un cambio profundo en la relación del hombre con Dios. Todas las religiones, incluyendo la religión judía (Antiguo Testamento), rezan a un Dios lejano, al que tratan de aplacar. Jesús sustituye la verticalidad por la horizontalidad: ¡Dios es Padre! A diferencia de Mateo («Padre nuestro»), Lucas no pone el acento en el aspecto comunitario. En la primera parte de la secuencia el centro es el Padre, en contraste con el Dios del Antiguo Testamento.

«Que se proclame que ese nombre tuyo es santo» (11,2b). Que las «buenas obras» de la comunidad hagan que la humanidad proclame su santidad (en vez de la blasfemia). «Que llegue tu reinado» (11,2c). Quiere que el reinado de Dios, del que la comunidad ya tiene experiencia, se extienda a todo hombre y que ésta lo haga presente con su estilo de vida. «Nuestro pan del mañana dánoslo cada día» (11,3). Que lo que parecía reservado para el mañana (mentalidad escatológica), se anticipe ya ahora (el banquete mesiánico en relación con la Eucaristía). Hablar de «la otra vida» es propio de todas las religiones. Jesús habla de hoy: el reino de Dios tiene que ir construyéndose «cada día». «Perdónanos nuestros pecados, que también nosotros perdonamos a todo deudor nuestro» (11,4a). Respecto al hermano no hay «pecado»: hay una «deuda». La comunidad se anticipa en el perdón / amor al prójimo para forzar el perdón de Dios. «Y no nos dejes ceder a la tentación» (11,4b). Jesús superó todas las pruebas (tres) en el desierto; la comunidad pide poder hacer otro tanto en el desierto de la sociedad sin ceder al providencialismo irresponsable o a la ambición de gloria y poder.